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Fotografía principal y secundarias: diferentes momentos de nuestras procesiones en donde se deben efectuar giros (fotografías de Jorge Sánchez -principal-, Mario Gambra, David Beneded y Pedro Lobera).

Habrá quien se pregunte si merece la pena invertir tanto esfuerzo, pasar frío y madrugar durante tantos meses para tocar durante apenas cinco minutos.

Pues sí, hay muchas recompensas: la satisfacción, el orgullo de pertenencia a tu Cofradía, la confraternización, los abrazos. Más concretamente ese abrazo, ese beso, ese momento mágico esperado y eterno que vale por todo el frío soportado, por las horas y horas invertidas para que todo salga bien, por todos esos momentos de risas y de menos risas, de opiniones diversas pero todas encaminadas a un mismo fin: un trabajo bien hecho.

En los instantes previos a pisar el parqué del pabellón, es cuando se puede palpar esa hermandad, cuando sientes al amigo, al compañero como un verdadero hermano que ha estado y estará por siempre a tu lado compartiendo alegrías y penas.

La espera tras las cortinas es un momento ¡¡buff!!... difícil de expresar. Muchos sentimientos te embargan a la vez: tensión, nervios de si me saldrá o no, dejar a la Cofradía en buen lugar; cada uno lleva su pensamiento al de al lado, a sus pesares, a sus cosas, cabizbaj@, saltando o de veinticuatro formas distintas para calmar tus nervios, risas nerviosas, más de una vez alguna que otra lagrimilla, y no, no es por ganar ni por tener trofeos o distinciones.

El grupo de exaltación te une de una forma más personal sin importar la diferencia de edad que nos podemos llevar porque tod@s somos uno. Muchos no entienden tanto trabajo para no esperar nada, pero no hace falta, representas a tu Cofradía y es una sensación que es extremadamente difícil plasmar por escrito, pero desde luego que es intensa.

Cuando se acallan los aplausos y se enfila el camino de una gloria que no transciende al público; cuando se cierran las cortinas de la pista y por megafonía se da paso a la siguiente actuación, es ahí cuando llega el cenit para los que formamos este grupo convertido en auténtica familia. Es cuando la felicidad que te embarga se hace más tremenda todavía; es un ¡¡siii... ya está!! y hasta los abrazos cambian, mucho más cálidos, más sentidos...a veces acabas también llorando de toda la tensión acumulada.
 
Y todo concluye con una sonrisa que lo vale todo y que anticipa que lo verdaderamente importante de nuestra misión como cofrades, el salir por las calles de la ciudad a manifestar públicamente nuestra fe y a anunciar el Evangelio, está cada vez más cerca.
 
Eva María Calleja Marías

 

Fotografía principal: momento en el que concluye la participación del grupo de exaltación (fotografía de la Comisión de Comunicación de la Junta Coordinadora de Cofradías de la Semana Santa de Zaragoza). Fotografías secundarias: ensayos del grupo de exaltación, momento en el que el banderín y todo el grupo de exaltación sale a la pista del pabellón Príncipe Felipe y componentes del grupo, entre quienes se encuentra la autora del artículo.