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Fotografía principal: La actual "Cruz In Memoriam" estrenada en la Semana Santa del año 2015 durante el retorno de la procesión del "Santo Entierro" del año 2017 (fotografía de David Beneded); Fotografías secundarias: pebetero de incienso que precede al paso titular (fotografía de Manuel Pelet); guión y faroles de cabecera saliendo del interior de la Parroquia de San Felipe (fotografía de David Beneded); detalle de una de nuestras hachas con cirio de cera natural (fotografía de David Beneded).

Con el nombre de enseres, insignias y atributos se conoce indistintamente a toda una serie de elementos distintivos de las cofradías que alcanzan su auténtico valor como medios o instrumentos para interpelar, con su mayor o menor valor simbólico y teológico, a todos aquellos que los ven.

La riqueza de nuestros atributos [1] responde a un arraigado sentimiento de alabanza a Dios y de amor a la Virgen María y su originalidad responde a un claro criterio de individualidad, perfectamente conjugable con la moderación e incluso la austeridad. Pero hay que tener claro un aspecto: nuestros atributos sólo cobran su auténtica dimensión como parte de un todo, sólo alcanzan su pleno sentido al servicio de la evangelización. Son instrumentos para interpelar a quienes, creyentes o no, las contemplan.

El máximo exponente o atributo que representa institucionalmente a la Cofradía es el estandarte o GUION. Su principal misión es, como indica su propio nombre, la de servir de guía [2] en las procesiones, siempre encabezando el cortejo en los actos propios al igual que iniciando la representación “oficial” de hermanos en otros eventos como el Pregón de la Semana Santa o el “Rosario de Cristal”. Excepcionalmente, también es empleado en otros actos solemnes y relevantes de la Cofradía.

Realizado por las RR.MM. Franciscanas Concepcionistas del Monasterio de la Inmaculada de Epila, está compuesto de una pértiga dorada rematada por una cruz radiada que denota nuestro carácter cristiano, acoplándose, a poca distancia de la misma, un travesaño horizontal de donde cuelga un paño con forma rectangular, alargado perpendicularmente y terminado en su parte inferior por dos largos picos con vértice en el centro para otorgar mejor visibilidad a su portador (el Hermano Guión). Engalanado todo su exterior con alamares dorados, lleva en su anverso el escudo de la Cofradía bordado en hilo de oro sobre terciopelo negro y, en el reverso y sobre raso blanco, el nombre de la Cofradía y el año de la institución canónica de la Cofradía (1992) que, también, es el año en el que se confeccionó.

De la citada cruz superior cuelga una especie de lazo (denominado “corbatín”) que, reflejando el nombre de la “Parroquia de San Felipe”, posibilita que en nuestros cultos exteriores podamos seguir manteniendo una estrecha unión con la que es nuestra sede. Finalmente, de los bordes del crucero penden dos cordones bordados en hilo de oro y acabados en una borla cada uno, los cuales son, tradicionalmente, portados por sendos miembros de la sección infantil.

A cada uno de los lados del guión y con la finalidad de acompañarlo y dar realce al inicio del cortejo procesional (además de su función obvia de iluminar) se sitúan los FAROLES que, sujetos a una larga pértiga, son portados por un cofrade cada uno de ellos. Realizados en los Talleres de Jesús Juste en metal dorado, tienen incrustada en su parte superior una corona que, junto a los escudos de la Cofradía reflejados en sus cristales, son los elementos más característicos de estos atributos.

Para los actos y situaciones en que es preciso la utilización de una insignia representativa de la Cofradía pero que no ostenten tal solemnidad como para usar el Guión, se dispone de un BANDERÍN. Sustituyendo al primigenio confeccionado en 1993 por hermanas de la Cofradía, el 12 de marzo de 2016 fue bendecido por nuestro consiliario Sergio Blanco el nuevo banderín que sería estrenado ese mismo fin de semana en los certámenes de instrumentos de Zaragoza y que, días después, precedería a la Sección de Instrumentos en los desfiles procesionales. Realizado en "Zarasanta" continúa los cánones estéticos de la Cofradía con las varas plateadas, repujadas y labradas de similar modo a las varas de cetro y hermano  mayor quedando la vertical rematada con una “galleta” que reproduce el emblema corporativo. En el anverso del paño, de terciopelo negro y ornamentado con flecos de hilo de oro en su borde inferior, se ha bordado nuestro escudo orlado de la misma manera que el guión titular mientras que en el reverso, de raso blanco, queda bordado el nombre completo de la Cofradía.

Completando el primer tramo procesional es portado por un hermano el CRUCIFIJO de la Cofradía. Adquirida en “Talleres Belloso”, con anterioridad a su primera salida procesional en 2009, únicamente era utilizado en los cultos internos de la Cofradía como los Vía Crucis de Cuaresma, siendo también empleado por la propia Parroquia de San Felipe para la celebración de la “Adoración de la Santa Cruz” de la “Celebración de la Pasión del Señor” en los “Santos Oficios del Viernes Santo”. Brillantemente restaurado por el grupo de Camareras y Mayordomos para la Semana Santa de 2016, es grande la estima y el cariño que tenemos hacia esta sencilla imagen que nos acompaña desde el mismo momento de nuestra fundación, encontrándose todo el año en nuestra sede social, evocándonos la victoria de Cristo frente a todo enemigo y toda adversidad y animándonos cada día a seguirle.

Tras la Sección de Instrumentos, comienza el tramo de HACHAS. Desde los propios orígenes de las cofradías penitenciales han estado presentes los llamados “hermanos de luz” o “alumbrantes” que, a diferencia de los “flagelantes” o “hermanos de sangre” que se azotaban y se infringían castigos físicos durante la procesión, tenían como misión principal la de portar hachas de cera que sirvieran para alumbrar y visionar la imagen.

En nuestra Cofradía, los hermanos ataviados con el hábito penitencial portan una hacha muy característica [3] que está compuesta de una vara o palermo de metal dorado y de un plato, a modo de palmatoria, en donde cae la cera (otro elemento simbólico importante, al asociarse a ella la naturaleza humana de Cristo) de la vela natural que, siendo de color blanco amarillento, debe tener una longitud aproximada de 40 centímetros.

Al frente de esta sección de velas se ubica, tradicionalmente, la CRUZ IN MEMORIAM, uno de los más genuinos atributos que portan las cofradías zaragozanas desde que en 1941 la Hermandad de San Joaquín y la Virgen de los Dolores la incorporase en sus procesiones [4].

Difícilmente podremos encontrar una descripción mejor de esta Cruz que la reflejada en las páginas del Programa de Semana Santa de 1993 de la Cofradía de la Institución de la Sagrada Eucaristía: “Ser cofrade en Zaragoza y morir dentro de una de nuestras cofradías significa no dejar nunca de participar en sus cultos, continuar por siempre jamás, al menos mientras lo haga su cofradía, procesionando por las calles de Zaragoza. En todos y cada uno de los actos en los que se encuentra presente la Cruz In Memoriam desfilan los que un día estuvieron entre nosotros, aquellos gracias a los cuales hoy día debemos nuestra Cofradía”.

En la Semana Santa de 2015, la Cofradía estrenó una nueva Cruz realizada en los talleres "Zarasanta" en madera de samba barnizada en negro, con palabras alusivas en sentido longitudinal y escudo en dorado en la cruceta, rematándose con terminaciones y asas también en dorado. Los hermanos difuntos, a diferencia de la primitiva cruz, son inscritos en una placa única en la cara posterior.

Desde la Semana Santa de 2019, la Cofradía incorpora un nuevo atributo procesional, el AGUAMANIL, un objeto que es portado por un cofrade sobre un cojín negro durante su procesión titular del Domingo de Ramos.

Esta especie de vaso o jarra con «el cuerpo ancho y el cuello angosto, con su asa, y en la boca un pico, para que el agua salga poco a poco» (Diccionario de Autoridades, 1726) y se vaya echando sobre una palangana, pila o jofaina empleándose para lavarse las manos (como su propia etimología latina señala), según la tradición judía, y antes de la cena pascual los participantes debían lavarse ceremonialmente las manos, para lo cual utilizaban un aguamanil y una toalla para secarse. Y con un aguamanil se presupone que Poncio Pilato se lavó las manos en el momento de entregar al pueblo a Jesús (cf. Mt 27, 24).

Precisamente, por ser ese el misterio titular de nuestra Cofradía, quedó incorporado como elemento identificativo en nuestro escudo, incorporando a nuestro patrimonio una sencilla pero elegante pieza adquirida en los talleres Belloso en el año 2008 que fue mostrada (por vez primera) en la exposición organizada en el Colegio de San Agustín durante el desarrollo del X Encuentro Regional de Cofradías de Aragón celebrado en el mes de noviembre de 2011 y, posteriormente, en la exposición conmemorativa del XXV Aniversario fundacional de la propia Cofradía celebrada en el “Centro Joaquín Roncal” durante la Cuaresma del año 2016.

Este “Arma Christi” u objeto asociado a la “Pasión de Cristo”, también está cargado de profundo simbolismo pues nos recuerda que en nuestras vidas tenemos que evitar tomar la actitud de Pilato quien, ignorante y cobardemente, pensaba que lavándose las manos limpiaría su conciencia desentendiéndose de la condena a muerte de Jesús, eximiéndose de cualquier responsabilidad y sin revelarse ante la injusticia.

Precediendo al paso titular se encuentran los PEBETEROS que, en número de dos, contienen en una cazoleta metálica, a modo de braserillo, pequeñas pastillas de carbones encendidos en los que arde incienso.

El uso de esta gomorresina granulada ha estado reservado a Dios desde tiempos remotos, de ahí que los Magos de Oriente, entre los presentes que ofrecieran en Belén a Jesús recién nacido, se encontrará está sustancia (cf. Mt 2,11), reconociendo, por lo tanto, su naturaleza divina. Su aromática fragancia, el humo que se esparce al quemarse y las resinas que lo conforman lo convierten, por excelencia, en la representación de la oración que se eleva hasta el cielo y, sus granos sin quemar, signos visibles asociados a las ideas de purificación e incorruptibilidad.

En medio de ambos pebeteros se sitúa un cofrade encargado de portar una ARQUETA (también llamada "naveta") en donde se transporta el incienso y los carboncillos.

Por su parte, el HERMANO CETRO y sus colaboradores portan el atributo que da origen a su denominación, los cetros. Estas varas muestran la responsabilidad tanto en la organización de la procesión como en el normal desarrollo de la misma.  Y similar atributo porta el HERMANO MAYOR en la presidencia de la procesión. Denominada vara de Hermano Mayor, “de mando”, o en algunos otros lugares (especialmente de Andalucía) “vara dorada” (aunque en nuestro caso es plateada), personifica la máxima autoridad y representación de la Cofradía.

Las varas han sido adquiridas en los últimos meses en el zaragozano taller “Zarasanta”, siendo plateadas y repujadas y reproduciendo todas en su parte superior (parte conocida como “galleta”) el escudo de la Cofradía orlado de forma similar al del guión.

Finalmente, y aunque no es propiamente un atributo procesional, la Cofradía también posee dos REPOSTEROS que son colocados en balcones y ventanas con la finalidad de señalar el lugar en donde se realiza la función o acto principal de la procesión (como el “Acto de la Amargura”), siendo también empleado uno de ellos en representación de la Cofradía (conjuntamente con los de las demás cofradías de nuestra Semana Santa) en actos organizados por la Junta Coordinadora como en las Exaltaciones de Instrumentos y el Pregón.

El primero de estos iconos ornamentales fue confeccionado por Mª Teresa García Agustín en el año 1993, llevando bordados en hilo de oro, sobre un fondo de tela brocada en color negro, el emblema de la Cofradía (en el centro) orlado por motivos acantonados y un doble ribeteado. El segundo, ha sido realizado por el Grupo de Camareras y Mayordomos de la Cofradía, de similares características pero de mayores dimensiones y fue estrenado en la Semana Santa de Zaragoza 2011, presidiendo el balcón central del Colegio Notarial, junto a los de la Hermandad de la Sangre de Cristo y de la Cofradía de la Esclavitud de Jesús Nazareno.

Hasta aquí una descripción de nuestros atributos, lo que nos permitirá conocer la relevancia de ordenar correctamente el cortejo procesional, de entender el significado propio (corporativo, histórico, devocional) de cada uno de ellos; de concienciar a cada hermano sobre su profundo significado y de lo importante que es que, entre todos, podamos portarlos en cada una de nuestras procesiones. Sin embargo, aún hay algo más relevante. Por muy ricos y bellos que sean nuestros enseres, la verdadera riqueza de la Cofradía la constituyen sus hermanos. La Cofradía, aún sin tener bienes, podrá seguir existiendo siempre que tenga hermanos y estos vivan como tales. Porque el mejor medio de evangelizar es nuestro propio testimonio de vida.

Notas de Referencia:

[1] Aunque, desde un punto de vista etimológico, el término posiblemente más adecuado para la definición de la mayor parte de estas piezas sería el de insignia o enseres (aunque en nuestra lengua no existe el singular de esta palabra), las cofradías zaragozanas han utilizado tradicionalmente el término “atributo” pese a que su significado más extendido sea el del “símbolo que denota el carácter y representación en las imágenes y que, por medio de ellos, se puede invocar a la Divinidad, la Virgen María o a los Santos” (Carrero Rodríguez, Juan: “Diccionario Cofradiero. III Edición”. Editorial Castillejo, 2003). Por otra parte, tampoco hay que confundir nuestros “atributos” con los llamados “de la Pasión” que son esquematizaciones de los momentos más importantes de la Pasión de Cristo como el cáliz, la soga, la antorcha, la espada de Pedro, la mano de la bofetada, el gallo, los flagelos, la columna, la corona de espinas, los dados con que los soldados se echaron a suertes la túnica del Señor, los clavos, la caña con la esponja empapada de vinagre, la lanza, el santo sudario, las escaleras.

[2] En la Semana Santa de Zaragoza, el uso de otras insignias para abrir los cortejos procesionales, como puedan ser la cruz de guía o la cruz parroquial, no están tan arraigados como el guión. De hecho, nada menos que 16 cofradías y hermandades de la ciudad inician actualmente sus procesiones con este atributo, sumándose a esta cifra la propia Junta Coordinadora en el desfile del Pregón.

[3] Fabricadas, al igual que otros enseres y soportes metálicos, en los talleres de Jesús Juste, se diferencian de las hachas habitualmente portadas en otras Cofradías y Hermandades de la Semana Santa de Zaragoza al utilizar la cera natural en detrimento de las bombillas eléctricas. De similares características a las empleadas en algunas corporaciones castellano-leonesas, se llevan en posición completamente vertical, colocándose una contera de goma en su parte inferior para evitar que pueda dañarse con el suelo al ser transportada.

[4] Según la hipótesis de Jorge Gracia Pastor en su artículo “Por la señal de la Santa Cruz” (“Semana Santa en Zaragoza”, Nº 1 editado por la Junta Coordinadora de Cofradías, pág. 29) “las Cruces In Memoriam, del mismo modo que ocurre con las cofradías, nacen bajo la influencia del Nacional Catolicismo imperante que plagaba los pueblos de cruces a los caídos y de listas de ‘muertos por la patria’ las fachadas de las iglesias de la geografía española. De este modo, la Dolorosa rendía recuerdo a sus difuntos, algunos de ellos por causas derivadas de la Guerra Civil, y ponían en la cruz una placa con el nombre y la fecha del hermano fallecido”.  

Licencia Creative Commons El texto "Atributos procesionales" creado por David Beneded Blázquez para www.jesusdelahumillacion.org, se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 3.0 España. Zaragoza, 2007-2019.

Fotografía principal: La actual "Cruz In Memoriam" estrenada en la Semana Santa del año 2015 durante el retorno de la procesión del "Santo Entierro" del año 2017 (fotografía de David Beneded); Fotografías secundarias: pebetero de incienso que precede al paso titular (fotografía de Manuel Pelet); guión y faroles de cabecera saliendo del interior de la Parroquia de San Felipe (fotografía de David Beneded); detalle de una de nuestras hachas con cirio de cera natural (fotografía de David Beneded).