El año 2017 estuvo plagado de actividades cofrades, marcadas en gran parte por la celebración del 400º aniversario de la primera salida procesional documentada del “Santo Entierro”, conmemoración a la que nuestra Cofradía también se ha querido unir participando en diferentes actos organizados por la Hermandad de la Sangre de Cristo. También, tuvimos dos actividades novedosas que tuvieron una gran acogida: el “Ensayo Solidario” organizado por la Sección de Instrumentos y el “Vía Crucis de los Niños” celebrado en la Cuaresma. También repetimos experiencia visitando y acompañando con nuestra presencia y nuestros toques a los ancianos de la residencia “SARquavitae Zalfonada”.
Finalmente, queremos agradecer muy particularmente a todos los que, de una manera u otra, han hecho posible la elaboración de estos álbumes fotográficos: Marta Alquézar, Óscar Cubero, Mario Gambra López, José Ignacio Giménez León, Juan Ramón Giménez León, Eduardo Sauras Moix, PasionZGZ, Comisión de Comunicación de la Junta Coordinadora de Cofradías de la Semana Santa de Zaragoza y SARAquavitae.
El pasado 20 de diciembre, un grupo de herman@s, familiares y amigos de nuestra Cofradía acudió a la Real Capilla de Santa Isabel de Portugal para visitar la exposición “Sanguis Christi Inebria Nos. La Sangre de Cristo y el Santo Entierro de Zaragoza. 400 Años de Historia” organizada por la Hermandad de la Sangre de Cristo como culminación de los actos conmemorativos del cuarto centenario de la primera salida documentada de la procesión del “Santo Entierro”.
El pasado 20 de diciembre, un grupo de herman@s, familiares y amigos de nuestra Cofradía acudió a la Real Capilla de Santa Isabel de Portugal para visitar la exposición “Sanguis Christi Inebria Nos. La Sangre de Cristo y el Santo Entierro de Zaragoza. 400 Años de Historia” organizada por la Hermandad de la Sangre de Cristo como culminación de los actos conmemorativos del cuarto centenario de la primera salida documentada de la procesión del “Santo Entierro”.
25º Aniversario de la Humildad
En la tarde del sábado 16 de septiembre, Zaragoza volvió a oír tambores, bombos y marchas procesionales, oler las suaves fragancias de las flores mezcladas con el incienso, sentir y vivir la Semana Santa en todo su esplendor. La Hermandad de la Humildad conmemoraba su vigesimoquinto aniversario fundacional y lo hacía esplendorosamente con una procesión extraordinaria portando a su imagen de “María Santísima del Dulce Nombre” en su majestuoso paso de palio. Saliendo de la Parroquia de Santiago, la hermandad se dirigió a la Basílica del Pilar donde, tras la celebración eucarística, ofrendo un precioso manto que ya desde ese mismo momento lució “Nuestra Señora del Pilar”.
Si hubiera que escoger un adjetivo para calificar la Semana Santa de 2017 ese sería, sin duda, el de BRILLANTE: por el brillo de los rayos de sol que contribuyó a que plazas y calles rebosaran como nunca y que hicieron disipar anticipadamente nervios e incertidumbres permitiéndonos así centrarnos en lo realmente importante; por el nuevo resplandecer de la procesión del “Santo Entierro” que, cuatrocientos años después, sigue siendo no solo la Procesión (con mayúscula) de todos los cofrades zaragozanos sino de toda la ciudad; por el deslumbrante nuevo apostolado de Navarro Arteaga; por el halo de la nueva “Cruz In Memoriam” del Prendimiento o de los faroles restaurados de “Jesús El Salvador” del Descendimiento; por la luminosidad de las coloristas y multitudinarias procesiones en los barrios; o por los destellos que en nuestra memoria ya han dejado esos nuevos momentos, como el cierre de la Exaltación en la noche del Lunes Santo o el intimista “Vía Crucis de la Música” del Despojado, y que ya se han entremezclado para siempre con aquellos otros recuerdos de lo tradicional e impermutable y que cada año revivimos desde nuestra niñez.
Habían terminado ya nuestras procesiones, ya se habían recogido los pasos y atributos y nuestras Imágenes Titulares habían quedado expuestas nuevamente al culto ordinario. Todo parecía que había acabado cuando por la mañana habíamos ido al Sepulcro a despedirnos de Jesús y acompañar a su Madre y sus tres amigas. Sin embargo, muchos ya son los hermanos que descubren que la noche del Sábado Santo no es el final de nada sino el principio de nuestra vida de cristianos y de cofrades.
En la mañana del Sábado Santo, la Cofradía volvió a la Real Capilla de Santa Isabel de Portugal para realizar su acto particular ante el “Santo Cristo de la Cama”. Sin embargo, esta ocasión no fue una más. Y no lo fue, por la gran respuesta obtenida por un numeroso grupo de hermanos que quisieron estar presentes en este entrañable acto en un día en el que todavía seguimos viviendo la Semana Santa. Hermanos de la sección de instrumentos, hermanos ataviados con el hábito, hermanos portando su medalla. Con nuestro banderín al frente, con la Junta de Gobierno, Hermano Mayor y Consiliario, tras la cariñosa acogida de los hermanos receptores de la Hermandad de la Sangre de Cristo y tras hacerles entrega de un centro floral preparado por el grupo de Camareras y Mayordomos seleccionando cuidadosamente las mejores flores que habían acompañado en sus procesiones a nuestro “Jesús de la Humillación”, nos dispusimos a orar ante Cristo en su Sepulcro.
El Viernes Santo, la Hermandad de la Sangre de Cristo organizaba su procesión titular, la del “Santo Entierro”, la procesión de todos los cofrades zaragozanos y de toda la ciudad. A la emotividad habitual de cada año, este 2017 presentaba la celebración del cuatrocientos aniversario de la primera salida documentada de dicha procesión producida aquel Sábado Santo 25 de marzo de 1617 tras recibir, unos días antes, la pertinente autorización por parte del deán del Cabildo de la Seo, Francisco Lamata. Así que, teniendo presente el hecho histórico que íbamos a vivir y con el propósito firme (una vez más) de anunciar públicamente la Pasión de Cristo, de acompañar a Jesús en su sepulcro y de renovar el compromiso que los hermanos de la Cofradía tenemos con la Hermandad de la Sangre de Cristo (puesto que todos nosotros tenemos la condición de “hermanos espirituales” de la misma), tras la celebración de los Santos Oficios y saliendo de la Parroquia de San Felipe (más pronto que nunca, por el adelanto de la hora de éstos) la Cofradía pudo vivir una tarde espléndida de sentimiento cofrade asistiendo un buen número de hermanos y destacando, sobremanera, la responsabilidad que muchos mostraron al portar voluntariamente nuestros pasos y atributos.
Jueves Santo. Día en el que el Señor instituyó la Eucaristía y el Sacerdocio. Día del “Amor Fraterno”, del amor basado en esos dos pilares inamovibles que son el servicio y la solidaridad. Los mismos pilares que sustentan toda la acción que lleva a cabo durante 365 días al año la Hermandad del Refugio y que puede desarrollarla, en gran medida, gracias a la cuestación que realiza este día, para la cual y durante otro año más, la Cofradía colaboró con la presencia de hermanos en la mesa petitoria instalada en el atrio de la Parroquia de San Felipe.
En la noche del Miércoles Santo acompañamos en su dolor y amargura a María, nuestra Madre. El bullicio, la alegría y la mezcolanza de sensaciones propias e inconfundibles de la tarde del Domingo de Ramos deja paso a la serenidad, al recogimiento, al respeto y al fervor que inunda las calles de una ciudad eminentemente mariana como es Zaragoza. Como decía nuestro Hermano Mayor en la plaza de San Roque, en este día la Cofradía viene «a rezarte, a darte gracias, a pedirte por nosotros y nuestros hermanos». Pero sobretodo hoy es la noche para recordar a todos los que, al igual que María, siguen al pie de la cruz y a los que todavía siguen siendo crucificados.
Las puertas de nuestra Parroquia de San Felipe se abrían el Domingo de Ramos a las siete en punto de la tarde, por vigésimo sexta vez en nuestra historia, para celebrar nuestra procesión del “Vía Crucis”, nuestra procesión titular. Y un año más, ese más de centenar de hermanos, junto con aquellos que nos siguieron de cerca y de los que “estaban allí presentes aún sin poder estar”, volvimos a hacer lo que tenemos que hacer. Con nuestros organizados tambores, bombos, timbales y corneta; con nuestros cada vez más brillantes atributos; con nuestro paso de “Jesús de la Humillación”. También con nuestras debilidades y limitaciones de humildes cristianos. Pero ante todo con valentía, sin miedos ni vergüenzas, comprometiéndonos. Dando la respuesta que se espera de nosotros, porque la Cruz que encabeza esta procesión «es también la respuesta de los cristianos al mal que sigue actuando en nosotros y a nuestro alrededor. Porque los cristianos deben responder al mal con el bien, tomando sobre si la cruz, como Jesús».
Tras meses de ensayos, de nervios de preparar todo hasta el último detalle, de incertidumbre del cómo saldrá todo, de qué tiempo hará, ¡por fin! llegaba el tan esperado sábado 8 de abril en el que la ciudad quedaba sumergida en el sonido del tambor, el bombo, el timbal, la corneta, las trompetas heráldicas, la matraca y la carraca que anunciaban el inminente comienzo de una nueva Semana Santa. Bajo la organización de la Cofradía de la Exaltación de la Santa Cruz, a las seis de la tarde salía de la Real Capilla de Santa Isabel de Portugal el cortejo procesional del que formaron parte la representación de nuestra Cofradía conformada por el Hermano Mayor, Guion, Junta de Gobierno, miembros del grupo de instrumentos y del “Piquete de Honor” de la Junta Coordinadora de Cofradías.
El día 5 de abril, un grupo de la sección de instrumentos de la Cofradía junto a otros hermanos acudieron, nuevamente, a la residencia “SARquavitae Zalfonada” donde estuvieron con los mayores que allí residen e interpretaron una breve muestra de nuestras marchas procesiones. Un pequeño pero entrañable acto que sirvió para acercarnos a ese objetivo que nos proponía el Papa Francisco: «¡Cuánto quisiera una Iglesia que desafía la cultura del descarte con la alegría desbordante de un nuevo abrazo entre los jóvenes y los ancianos!».
Quinto domingo de Cuaresma, conocido durante décadas en nuestra ciudad como “Domingo de los tambores” o “del concurso” por la celebración de este evento que cada año desde 1973 llega fiel a su cita. Un día en donde las cofradías y hermandades “exaltan” los instrumentos tradicionales de nuestra Semana Santa, aquellos que empezaron a incorporarse a partir de 1940 cuando mosén Francisco decidiera que los tambores que le acompañaron en su niñez en su Bajo Aragón natal, sonoran por las calles de Zaragoza en la procesión de su Cofradía de las Siete Palabras y de san Juan Evangelista (precisamente, la organizadora de este año 2017).
Una de las fechas marcadas en rojo en el calendario cofrade es, sin lugar a dudas, el día en el que se celebra la exaltación infantil de los instrumentos tradicionales. Un evento, que al año que viene cumplirá sus “bodas de plata”, en el que cada año se reúnen centenares de niños y niñas que demuestran no solo que sean el futuro de nuestras cofradías y hermandades (¡qué lo son!) sino que ya son el presente puesto que muy pocos son los cofrades “adultos” que viven la Semana Santa como lo hacen ellos.
La Cuaresma es un tiempo de escucha de la Palabra de Dios, de conversión, de preparación, de reconciliación. Un tiempo propicio para hacer Cofradía. Así que nos dispusimos a celebrar la misma aceptando el ofrecimiento que nos hace cada año la Parroquia con una agenda repleta de cultos, actos y ejercicios de piedad. Este año, para uno de los dos Vía Crucis en los que se nos encarga participar con mayor intensidad, la Cofradía preparó una importante novedad: la celebración del “Vía Crucis de los Niños”.
El domingo 19 de marzo, la Cofradía llevó a cabo un ensayo solidario a beneficio del Banco de Alimentos de Zaragoza. Decía el Papa Francisco que nuestra fe sería débil si no tenemos un corazón solidario porqué «la fe sin solidaridad es una fe sin Cristo, es una fe sin Dios, es una fe sin hermanos». Pues bien, a la vista de los resultados podemos decir que los hermanos de nuestra Cofradía han crecido en su fe al ser numerosísimas la aportaciones recibidas en nuestro lugar de ensayos habitual en el “Parque del Agua Luis Buñuel” tanto de los propios hermanos de la sección de instrumentos como de otros hermanos de la Cofradía, familiares y amigos que también quisieron acercarse hasta allí para contribuir con una causa, la de ayudar a todo aquél que lo necesite, que es principio fundamental de cualquier asociación eclesial.
El 11 de marzo fue un día importante para la Cofradía pese a que no nos encontrábamos inmersos en los festejos de las “bodas de plata” fundacionales. Quizás por eso, anduvimos algo dormidos al principio de esta nueva “Fiesta Titular” sin darle la verdadera importancia que tenía este vigesimosexto cumpleaños que, en realidad era el año I de nuestra consolidación como Cofradía celebrando, nada más ni nada menos, que aún seguimos unidos, esforzándonos y luchando por sobrevivir ante la adversidad de estos tiempos donde algunos dan a entender que transmitir la Palabra de Cristo es algo obsoleto, de trasnochados, de una sociedad primitiva sin darse cuenta que el cristiano únicamente proclama el AMOR.
Los autores de las fotografías se encuentran citados en el correspondiente álbum.
