Quinto domingo de Cuaresma, conocido durante décadas en nuestra ciudad como “Domingo de los tambores” o “del concurso” por la celebración de este evento que cada año desde 1973 llega fiel a su cita. Un día en donde las cofradías y hermandades “exaltan” los instrumentos tradicionales de nuestra Semana Santa, aquellos que empezaron a incorporarse a partir de 1940 cuando mosén Francisco decidiera que los tambores que le acompañaron en su niñez en su Bajo Aragón natal, sonoran por las calles de Zaragoza en la procesión de su Cofradía de las Siete Palabras y de san Juan Evangelista (precisament, la organizadora de este año 2017).

Es indudable que el toque de tambores, bombos y timbales (junto a cornetas, heráldicas, matracas o carracas) es una de las señas más características y mayoritarias con las que en nuestra ciudad vivimos la Pasión, muerte y resurrección de Cristo. Es un modo distinto de orar y, desde luego, otro medio para anunciar el Evangelio. Por eso, lo primordial de este día es “exaltar” nuestra tradición. Porque “exaltar”, según el DRAE es «realzar el mérito o circunstancias de algo o de alguien», es decir, reconocer la importancia que tienen nuestros instrumentos en la vivencia cofrade zaragozana. Es rendir homenaje a los cofrades que nos precedieron y nos enseñaron. Y es una forma de contribuir a «avivar o aumentar un sentimiento o pasión» (otra de las acepciones de “exaltar”) con el único premio (¿acaso hay otro mejor?) de hacer las cosas lo mejor posible desde el cariño, la dedicación y el esfuerzo y sentirse reconocido por los tuyos y por quienes comparten tu misma pasión.

Fotografías de @CJHHumillacion