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Fotografía principal: hermano tocando la corneta en una de nuestras procesiones (fotografía de Mario Gambra). Fotografías secundarias: corneta ornamentada con la gala y el escudo de la Cofradía (fotografía de Manuel Pelet); hermano “corneta” representando a la Cofradía en el “Piquete de Honor” de la Junta Coordinadora de Cofradías de la Semana Santa de Zaragoza  (fotografía de David Beneded); cornetas en el centro de la formación de la Sección de Instrumentos durante una de las procesiones de nuestra Cofradía (fotografía de Manuel Pelet).

Finalmente, en nuestra Sección de Instrumentos también se incluye la corneta, el instrumento que más manifiesta la evolución constante que experimenta la Semana Santa zaragozana y cuyo sonido al entremezclarse con los roncos membranófonos (y evocando al gran filósofo y musicólogo Marín Mersenne) "es semejante al brillo de un rayo de sol que aparece a través de las sombras".

Añeja es la presencia de los instrumentos de viento en los cortejos procesionales de la Semana Santa que encuentran sus predecesoras en las llamadas "bocinas" cuyo fin era el de representar las comitivas romanas cuando acompañaban a los condenados a muerte camino del suplicio, alcanzando algunas de ellas gigantescas proporciones que obligaban a ser transportadas por ruedas (como en diversas localidades de la Región de Murcia, en donde su sones son conocidos como “Toques de Burla”).

Por su sordo sonido, también evocaban el lamento por la muerte del Redentor, siendo conocidas por ello como "trompetas de dolor" o "lastimeras", cuyo uso está documentado durante los siglos XVI y XVII al comienzo de las procesiones y estaciones de penitencia [1]. Trompetas que estaban dotadas también de una función organizativa, ya que al igual que las esquilas del muñidor, hacían las veces de anunciadoras del cortejo procesional así como ordenaban con sus toques las paradas de la procesión en la calles pero que, con el paso de los siglos, en muchas localidades fueron silenciándose quedando meramente como elementos decorativos y engrosando la lista de enseres procesionales. Aún poseyendo las grandes dimensiones de antaño no emiten ya sonido quedando bellamente ornamentadas mediante paños de terciopelo con ricos bordados en los que se representan escenas de la Pasión o los emblemas de las cofradías y hermandades propietarias de las mismas. Ejemplo de ello puede verse en la Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad y del Santo Sepulcro, en donde el cofrade Juan Guallart donó cuatro bocinas o "famas" portadas procesionalmente por niños y ubicadas en el cortejo procesional tras el Guión, de las que pende un paño en el que va bordado el escudo de la Cofradía y la leyenda "Pietas Autem ad omnia utilis est", una cita utilizada por san Pablo en su primera epístola a Timoteo (1 Ti 4, 8) y que se traduce como “La piedad es provechosa para todo”.

Dejando al margen estos antecedentes así como los correspondientes al uso de clarines y atabales ya citado en la página dedicada a los "timbales y bombos", la incorporación plena de la corneta en los desfiles procesionales de Semana Santa engarza con el ámbito castrense, como otros muchos aspectos de la música procesional, cuando en el primer tercio de siglo XIX [2] las por entonces bandas de pífanos y tambores decidieron sustituir los primeros por cornetas, configurándose pues lo que denominamos bandas de cornetas y tambores -en el argot militar “bandas de guerra”, asentándose en el cortejo de las cofradías y hermandades de toda España, en un principio abriendo paso con sus sones penetrantes y espartanos anunciando la presencia de la cofradía en la calle, aunque con el tiempo, adquiriendo un rol notable situándose detrás de los pasos. De este modo, según se desprende de los libros de cuentas de la Hermandad de la Sangre de Cristo, aparece en 1823 en la procesión del "Santo Entierro" la presencia de las tropas realistas con sus tambores y cornetas.

Años más tarde, en 1860, queda atestiguado en la Semana Santa de Zaragoza que abría la marcha del Santo Entierro “un piquete de caballería de la guarnición, con sus clarines, que sirve para despejar el paso; detrás de ésta fuerza sigue un cabo con su estandarte y ocho soldados romanos a caballo, con bonitos trajes”. [3]

Un estilo espectacular, que se conocería bajo la denominación de "bandas montadas de caballería" en donde se utilizaba cornetines y clarines repartidos con afinación en Sol y en Fa acompañado a la percusión por timbales al estilo tradicional, viviendo su mayor esplendor precisamente en esta época de segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX. Prueba de ello es la existencia en la Semana Santa de Sevilla de bandas montadas propias en las hermandades de San Benito, la Carretería, San Bernardo o Los Negritos a las que se les unía asiduamente en las procesiones hispalenses las bandas de la Guardia Civil y el Escuadrón de la Policía Armada. Pero sobretodo, si hay una banda representativa del género esa fue la “Banda del Regimiento Montado de Artillería” con el suboficial maestro, el mítico Rafael Macías Borras, auténtico genio del clarín que hacía las delicias del público (y hasta del rey Alfonso XIII) que le premiaba con vítores y ovaciones cada vez que interpretaba con inigualable aguante pulmonar las agudísimas notas de las marchas más populares y aún mantenidas del género, como “Saeta”, “Polcas” o la celebérrima “Campanilleros retreta”.

Sin embargo, debido principalmente a su costosa puesta en escena, el género actualmente se encuentra prácticamente desaparecido en toda España [4] pese a que la presencia de las secciones montadas a caballo es bastante frecuente en las procesiones de muchas ciudades, incluyendo Zaragoza donde varías son las cofradías que cuentan con su propia sección (Entrada de Jesús en Jerusalén, Huerto, Prendimiento, Columna, Exaltación, Descendimiento y hasta nuestra propia Cofradía -aunque sólo participara en una única ocasión, en la tarde del Domingo de Ramos de 1997-) desde que la Cofradía de Ntra. Sra. de La Piedad y del Santo Sepulcro fundara su "Sección Montada" en 1951 [5].

También, en el orden procesional de ese mismo año 1860, aparece "detrás del paso de Jesús con la Cruz a cuestas, le sigue la Guardia pretoriana, que se compone de un centurión y varios soldados romanos con su tambor y clarines". Y es que la presencia de este tipo de representación de la milicia romana que ocupaba Judea en tiempos de Jesús, conocidas más comúnmente como "alabarderos", también será frecuente en las procesiones zaragozanas, especialmente con los grupos procedentes de especialmente de las comarcas del Bajo Aragón y del Campo de Belchite, dejando su impronta y estilo a la hora de ejecutar las marchas. [6]

Las cornetas en la moderna Semana Santa de Zaragoza.

Como ya hemos visto, la presencia de bandas del ejército va a ser frecuente durante años en la procesión del "Santo Entierro", al igual que en las primeras salidas procesionales de las cofradías modernas, fundadas a partir de 1937 De hecho, en la primera salida procesional de la Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad, ocurrida en la madrugada del 14 al 15 de abril de 1938 y según narra la noticia publicada en el periódico "El Noticiero", la procesión sería "escoltada por fuerzas de la Legión con banda de trompetas y tambores, por deseo expreso de estos heroicos soldados; que quieren rendir este homenaje". Cofradía a la que también acompañarían en años sucesivos otras bandas castrenses como del Regimiento de Aragón o la del Regimiento nº 52.

Con la creación de nuevas cofradías, serán otras bandas del ejército las que harán acto de presencia en las procesiones zaragozanas. Así nos encontramos con la participación de bandas de música y también con bandas de cornetas y tambores como la de la Academia Militar General, la del Regimiento de Infantería de Línea, la de Aviación del Ejército del Aire o la del V Grupo de Automovilismo del Ejército de Tierra. Curiosamente, esta participaría entre los años 1952 y 1959 en el Vía Crucis público de la Cofradía del Señor Atado a la Columna por intermediación de Mariano Lasala Millaruelo, Hermano Mayor de la Cofradía y General de Brigada de Artillería, ataviados primero con el correspondiente uniforme militar pero confeccionándose posteriormente unos hábitos reglamentarios de la Cofradía que se les prestaba para ser usados durante las procesiones [7].

Junto a las bandas propiamente militares, aparecen en las procesiones otras bandas de cornetas y tambores de asociaciones sociales y religiosas instauradas en los primeros años de post-guerra. Es el caso, por ejemplo, de la banda de cornetas y tambores de la Cruz Roja, que acompañaba por ejemplo las procesiones de los Nazarenos y de la Dolorosa o de la banda del Frente de Juventudes, denominación genérica que recibieron las diferentes organizaciones juveniles españolas creadas por el Régimen de Franco para el encuadramiento y adoctrinamiento de los jóvenes según los principios del Movimiento Nacional.

De esta banda, que participaría durante años en las procesiones de la Coronación de Espinas [8], Descendimiento y hasta acompañando al Cristo de la Cama en la procesión del "Santo Entierro", saldrían algunos de los nombres más relevantes de la historia instrumental de nuestra Semana Santa que serían "santo y seña" en la creación de nuevas secciones. Es el caso, por ejemplo, de Eduardo Morata en la Hermandad de San Joaquín y la Virgen de los Dolores, Sixto Cortés en la Esclavitud de Jesús Nazareno o José Luís Martínez en la Coronación de Espinas, amén de un amplio número de tambores y cornetas.

También frecuente era la participación de la banda de cornetas y tambores de la sección infantil del Apostolado de la Oración erigida canónicamente en el Colegio del Salvador en 1890 que tomaría la denominación de la "Cruzada Eucarística". Banda que se fundaría en 1945 y que acompañaría en diversos años procesiones de la ciudad, desde el Corpus hasta el "Rosario de Cristal" pasando por las procesiones de Semana Santa organizadas por la Cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén o la de la Institución de la Sagrada Eucaristía, llamando poderosamente la atención el uniforme medieval con el que iban vestidos los más de 40 niños que integraban la misma [9].

Postulados musicales que trasladaría la Cofradía de Nuestra Señora de la Asunción para la fundación de su propia sección instrumental para participar en los actos de su titular el 15 de agosto en el Barrio Oliver y que también formaría parte de la primera procesional penitencial de la corporación en la madrugada del Jueves Santo de 1960. Tal fue la repercusión de la que podemos denominar primera banda de cornetas y tambores propia de una cofradía dentro de la Semana Santa zaragozana que era reclamada su presencia para acompañar musicalmente otras procesiones de la ciudad como ocurría en la tarde del Domingo de Ramos con la Cofradía del Cristo de los Desamparados.

Bandas cuyo repertorio estaba compuesto por las marchas habitualmente utilizadas en el ejército para marcar el paso (ya sea ordinario o lento) como, por ejemplo, “Heroína”, “Los Voluntarios” o “El Popi”. Muchas de estas marchas, conocidas también como las “militares” o las “aprendidas” [10], han perdurado en el tiempo transmitiéndose por varias generaciones, lo que ha producido que, a lo largo de los años, experimenten tantos procesos de fragmentación y de modificación que hayan perdido su identificación original, siendo denominadas popularmente por títulos otorgados por su semejanza rítmica o melódica.

Con la creación por parte de las cofradías zaragozanas de sus propias secciones instrumentales, formadas inicialmente por tambores, y más tarde por timbales y bombos, aparecen integradas en ellas algunas cornetas con el único fin de transmitir diferentes órdenes a través de toques propios del ámbito castrense tales como “silencio”, “atención”, “sección”, “marcha” u “oración” [11], principalmente usados para marcar o introducir la interpretación de nuevas marchas, anunciar el cese de la misma o advertir del inminente inicio de un acto u estación de oración.

Sin embargo, hablar de los instrumentos de viento en la Semana Santa de Zaragoza es hacerlo de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Agonía y Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos, popularmente conocida como “del Silencio”, precisamente por ser esta su impronta procesional.

El Jueves Santo 6 de abril de 1944, y tras ser fundada por un grupo de Jóvenes de Acción Católica del barrio del Gancho, salía por vez primera a las calles de Zaragoza ataviados con hábitos de estilo andaluz, estando acompañados por un militar llamado Carlos que vivía en el barrio, y de cuyos labios sonó por vez primera en Zaragoza un toque de corneta denominado “Toque del Silencio”. Durante los próximos años, participarían en la procesión un grupo de militares tocando el citado instrumento hasta que en 1963, la Cofradía tuvo su primer corneta en la persona de D. Olegario García, organizándose, un año después, el primer grupo de Heráldicas formado por siete cofrades [12]. Las heráldicas (denominadas en otros lugares, bugle o turba) son un tipo de corneta alargados, con una longitud aproximada de 1,60 metros, cuyo tubo carece de vueltas y válvulas por lo que únicamente puede emitir sonidos naturales, que evoca los antiguos instrumentos empleados por los tubicines para indicar órdenes en la época romana.

De origen incierto y transcrito en una partitura conservada en los Archivos de la Cofradía, consta de dos partes, que llaman a la oración y a la penitencia y que tiene como fin primordial el anunciar la inminente llegada de la procesión, aunque a lo largo de los años también se ha tocado antes y después de cada una de estaciones del Vía Crucis cuando la Cofradía realizaba el ejercicio piadoso de forma pública en la tarde del Jueves Santo.

Nacen los “Piquetes de Honor” de las cofradías zaragozanas.

En pleno auge de la Semana Santa de Zaragoza, en 1984 ve la luz en el seno de la Junta Coordinadora de Cofradías de la Semana Santa de Zaragoza un grupo de cornetas y tambores en el que se integrarán representantes de todas las cofradías y hermandades penitenciales de la ciudad y que será conocido bajo la denominación del "Piquete de Honor".

Si consultamos el “Diccionario de la Lengua Española” de la Real Academia Española, comprobaremos que la palabra “piquete” queda definida como “grupo poco numeroso de soldados que se emplea en diferentes servicios extraordinarios”, añadiendo también otra acepción que indica “banda u orquesta formada por pocos músicos”. Pues así, bajo estas premisas, tomaba su título y características el entusiasta grupo formado inicialmente por 17 cornetas acompañados de varios tambores y timbales fundado por iniciativa de José Antonio Simón, Eduardo Morata y José Luís Martínez que comenzarían a ensayar en el Torreón de la Iglesia de Nuestra Señora del Portillo y que actuaría por vez primera en el Concurso-Exaltación de Instrumentos en la Plaza del Pilar del año 1985 y en el Pregón de ese mismo año organizado por la Cofradía de Ntro. Señor en la Oración del Huerto, ataviados cada uno de ellos con su hábito penitencial correspondiente.

Desde entonces, y bajo la dirección de José Luís Martínez Fernández (1985-1992) y de Tomás Ponz Remón (desde 1993 hasta la actualidad) ha sabido incrementar no sólo el número de componentes, sino también su calidad y repertorio, haciéndose indispensable su presencia en todos los actos representativos de la Semana Santa de Zaragoza. De su impronta y de la formación adquirida por tantos y tantos cornetas que han formado parte de sus filas, nacieron a lo largo de la última década de los años ochenta y principios de los noventa del siglo pasado numerosos piquetes de honor en las cofradías y hermandades zaragozanas con el fin de acompañar a sus pasos titulares, especialmente a aquellas imágenes portadas a hombros en andas o peana.

Los piquetes suelen estar formados fundamentalmente por cornetas a tres voces para lo que se usan cornetas naturales para los “bajos” y “requinteos”, estando los primeros limitados a tocar tónica y dominantes y los segundos complementando con fórmulas algo más complejas. Las cornetas de llave, mayoritariamente “do-si”, se encargan de la interpretación de la melodía principal y de la ornamentación. La percusión procede de tambores, timbales y, en algunas ocasiones, las llamadas “timbaletas” o “timbalas".

Obviamente, las primeras marchas interpretadas por los “piquetes de honor” zaragozanos fueron de origen militar siguiendo la impronta histórica incorporando las marchas que antaño interpretaban las bandas del ejército y los grupos de alabarderos, denotando además una clara influencia del llamado estilo "castellano" materializado, más concretamente, en los postulados de las bandas de Valladolid.

Con el éxito y repercusión obtenidos en los primeros años, junto a la evolución propia de cualquier actividad artística, pronto se incorporarían marchas más adecuadas para las procesiones penitenciales, siempre siguiendo de manera generalizada las pautas establecidas en el repertorio del “Piquete Intercofradías”. De esta manera, a las marchas de composición propia creadas por los directores y/o responsables de los distintos “piquetes de honor” que, en mayor o menor medida, se han ido añadiendo desde la "Marcha Real" [13] hasta adaptaciones de obras de la música clásica, con la interpretación de fragmentos de las melodías más conocidas (como “Triunfal” de la ópera “Aída” de Verdi) hasta adaptaciones de cantos religiosos populares o litúrgicos, como la “Salve”, “Ave María”, “Perdona a tu Pueblo”, "Pescador de hombres", “El Alfarero”, “Alma mía”, “Santo” o, incluso, la “Jaculatoria Pilarista”. También, el folclore aragonés y, especialmente, la jota es fuente inagotable de inspiración de marchas, al igual que la propia historia musical de Zaragoza y la Corona de Aragón, con la recuperación de marchas tradicionalmente usadas por los timbaleros del Ayuntamiento como la “Marcha para la procesión del Viernes Santo” o la “Marcha de los Reyes de Aragón”, con la que se da inicio cada año la “Procesión del Santo Entierro” de la Hermandad de la Sangre de Cristo. Ni tampoco faltaban cuantiosas adaptaciones de marchas del estilo conocido como “andaluz” como “Réquiem”, “Cristo Viejo”, “El Cautivo”, “Virgen de la Soledad”, “Macarena”, “Expiración” o “La Virgen llora” en las que se reduce el número de voces y sobre las que se realizan los arreglos armónicos requeridos por las limitaciones de las cornetas a utilizar, soliendo sustituir las notas difíciles o imposibles de emitir por otras de tonalidad diferente.

El renacer de la corneta con la importación definitiva del estilo de la "policía armada".

La deseada búsqueda del sonido íntegro y puro unida a la cada vez más frecuente importación en cofradías zaragozanas de un estilo de corte andaluz en donde no sólo se aplica una determinada manera a la hora portar los pasos o de interpretar música procesional sino también de vivir y entender la Semana Santa, hará que a finales del siglo pasado y principios del presente comiencen a emerger bandas de cornetas y tambores bajo el estilo conocido como de la "policía armada".

Un estilo que tiene su origen en la “Banda de Cornetas y Tambores del Real Cuerpo de Bomberos de Málaga” durante los años veinte del siglo pasado y en donde su director, el músico linarense Alberto Escámez López, lograría impregnarla de un carácter propio, "a cuatro voces", alejado del antiguo estilo militar, con una serie de marchas solemnes, de marcado cariz homofónico y suave línea melódica que se entremezclaba con un percutir de tambores regular y monótono.

Líneas que serían trasvasadas durante la década de 1950 a Córdoba, a través de la “Banda de Cornetas y Tambores de la Cruz Roja” y de su director Blas Martínez Serrano [14], y sobretodo a Sevilla, al importar la “Banda de Cornetas y Tambores de la Policía Armada” las marchas malagueñas [15], logrando ésta tanta repercusión y éxito que incluso el propio estilo llegar a tomar el término de su propio nombre, es decir “de la policía armada”.

Aunque la gran eclosión del estilo llegaría a mediados de la década de 1970, precisamente al disolverse la “Policía Armada” e integrarse sus miembros en otras bandas, lo que unido a la reactivación de bandas ya existentes y a la creación de nuevas bandas, algunas de ellas incluso nacidas en el seno de las propias hermandades, hará que surja un nutrido y notabilísimo grupo de bandas como “La Centuria Macarena”, “La Cigarreras”,  “Nuestra Señora del Sol”, “Jesús de los Remedios de Castilleja” o “Stmo. Cristo de las Tres Caídas”, que lograrán no sólo afianzar el estilo sino extenderlo rápidamente por toda Andalucía así como por otros numerosos puntos de la geografía española como Zaragoza.

La pionera en nuestra ciudad, con su creación en 1997, es la Banda de Cornetas y Tambores “Jesús de la Humildad”, perteneciente a la Hermandad del mismo nombre, fundándose más recientemente, concretamente a partir del año 2010, dos bandas totalmente independientes sin vinculación ni dependencia de ninguna cofradía o hermandad: la “Banda de Cornetas y Tambores San Pablo” y la “Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora Virgen del Pilar” adaptadas completamente al estilo, ya no sólo musicalmente sino también en otros aspectos como la uniformidad.

También, reseñable es la presencia en nuestra ciudad durante los últimos años de bandas de prestigio y solera procedentes de distintos puntos del país tanto para integrarse en las propias procesiones de algunas hermandades y cofradías de nuestra Semana Santa, fundamentalmente para acompañar a los pasos llevados a costal como para participar en conciertos de música cofrade organizados por distintas entidades y cofradías como la Casa de Andalucía y el Grupo Joven “Ego Sum” de la Hermandad de la Humildad.

El instrumental de estas bandas está formado por tres grupos: cornetas Do-Reb, utilizándose también, según cada banda, trompetas (normales o las llamadas “pockets”, que son más reducidas de tamaño), fliscornios o incluso cornetas Do-Sib brillantes. En la percusión se utilizan tambores redoblantes o cajas así como timbales. Las marchas se interpretan a modo de coro a cuatro voces, aunque en recientes innovaciones se busque añadir la percusión como 5ª voz, con alternancias rítmicas entre tambores, cajas chinas y timbal.

Como hemos indicado, Alberto Escámez López es el creador y autor de las primeras grandes marchas especialmente compuestas para las procesiones de Semana Santa en el género de cornetas y tambores. Suyas son, por lo tanto, las marchas más conocidas y más interpretadas del estilo tales como “Expiración”, “Virgen de los Dolores”, "Nuestra Señora de Consolación y Lágrimas", "Cristo del Amor", “Evocación”, “La Pilarica”, "Soleá" o "Virgen de la Paloma" [16]. Años después, allá por la década de 1980 aparece el que se puede calificar como el “padre” de las modernas marchas de cornetas, Bienvenido Puelles Oliver, quién engendró obras como “Réquiem”, “Virgen de la Salud”, “Y Tú, Estrella”. Desde entonces una amplia y prestigiosísima nómina de autores han sido los grandes artífices de la “época dorada” compositiva que actualmente está viviendo el género, tal y como se evidencia de los datos desprendidos en el cuatrienio de años comprendido entre 2009 y 2013, donde solamente en Sevilla se han estrenado más de un centenar de marchas [17].

Notas de Referencia:

[1] Domínguez Arjona, Julio: "Una de Bocinas". "El Coleccionable la Sevilla que no vemos". Sevilla, 27 de enero de 2005.

[2] De la Chica, Jorge. “La música procesional granadina”. Ed. Comares, Granada (1999)

[3] “Guía de Zaragoza: ó sea breve noticia de las antigüedades, establecimientos públicos, oficinas y edificios que contiene”. Imp. y lib. de Vicente Andrés, 1860. Página 342.

[4] Como decíamos al inicio, el género se encuentra prácticamente desaparecido aunque todavía sobrevive de la mano de la famosísima Banda de Guerra del Escuadrón de Escolta Real, el hispalense Escuadrón de Lanceros y Banda Montada de la Hermandad de la Paz o la Banda de Caballería de la Centuria Romana de Nueva Carteya (Córdoba).

[5] Los miembros de la “Sección Montada” de la Cofradía de Nuestra Señora de La Piedad y del Santo Sepulcro inician las procesiones de la misma en la noche del Martes Santo y del Jueves Santo vistiendo camisa blanca, corbata negra, pantalones oscuros de montar, botas negras de montar, tercerol azul y capa de lana blanca, portando uno de ellos un banderín con el emblema de la Cofradía.

[6] A lo largo de los años, en las procesiones zaragozanas han participado grupos de alabarderos provenientes de localidades como Calanda (los conocidos “putuntunes” que acompañaron durante años al paso de “Jesús con la Cruz a Cuestas” de la Cofradía de Jesús Camino del Calvario), Hijar (participando en el Vía Crucis por las calles de la Parroquia de Ntra. Sra. de la Almudena organizado por la Cofradía de las Siete Palabras en 1989, conmemoración de su cincuentenario fundacional) o Azuara (que acompañó en 1990 y 1991 a la Real Cofradía del Stmo. Rosario de Ntra. Sra. del Pilar, y desde 1992 a 1994 en la procesión del “Vía Crucis” del Domingo de Ramos de nuestra Cofradía).

[7] Cortés Soler, Jesús: "Relaciones entre la Cofradía y el Ejército español". "Columna. Revista informativa de la Real, Pontificia, Antiquísima, Ilustre y Penitencial Cofradía del Señor Atado a la Columna y de Nuestra Señora de la Fraternidad en el Mayor Dolor - Zaragoza". nº 79. Septiembre, 2011, pp.24-25.

[8] Minguillón Magén, Juan Carlos: "Conociendo la Cofradía. La fundación de la Sección de Instrumentos" en "Espinas. Revista de información y formación cofrade. Cofradía de la Coronación de Espinas", nº 16, junio 2010. pp. 5-8.

[9] Según describe Federico Pradas Ibáñez en su artículo "Los Cruzados Eucarísticos en la Semana Santa" publicado en "Tercerol. Cuadernos de Investigación" nº 5, el uniforme era "de color gris (asemejando la cola de malla), una pequeña túnica blanca con falda corta, casco que cubría la nuca con dos botones en las sienes, unos manguitos que se ajustaban con elásticos a las muñecas y unas medias largas de lana grises. Así mismo tenían unos escarpines blancos vueltos en la bota, y un ancho cinturón con puñal de cartón pintado de purpurina plata. Sobre el pecho ostentaban una cruz y portaban lanza rematada con banderola."

[10] Vallés del Pozo, Mª Lourdes: Tesis doctoral “Prácticas y procesos de cambio en la música procesional de la Semana Santa de Valladolid”. Universidad de Valladolid, Facultad de Filosofía y Letras, 2007.

[11] La mayor parte de estos toques fueron incluidos por Cristóbal Oudrid en “El Sitio de Zaragoza, fantasía militar”, una de las piezas más arraigadas en la “banda sonora” de nuestra ciudad con diversidad de adaptaciones incluyendo, como no, su versión para banda de cornetas y tambores (también para tambores y bombos).

[12] Cólera Navarro, Sandra: “Las heráldicas del Silencio: evolución e historia”. “Semana Santa en Zaragoza” nº 7, 2007. pp 27-28.

[13] El origen de esta marcha es incierto aún para los más expertos musicólogos. Las corrientes existentes actualmente son contrarias a establecer una relación con el “Himno Nacional” ya que su base difiere, aún en una posible versión sólo para cornetas, en la utilizada en la “marcha granadera”, más inclusive desde la nueva versión oficial regulada por Real Decreto 1560/1997 de 10 de octubre. Quizás, si que se podría encontrar una similitud más certera al toque de corneta que se realizaba en los acuartelamientos durante la izada o arriada de bandera. En cualquier caso, lo que es incuestionable es su relación con la Semana Santa ya que era frecuentemente utilizada en las introducciones o remates del canto de saetas, como se puede comprobar en algunos fragmentos fonográficos conservados de principio de siglo XX como, por ejemplo, en las saetas que Manuel Escacena dedicara en 1909 a la Virgen de la “Esperanza de Málaga” o las de Pepe Pinto al “Gran Poder” sevillano fechada alrededor de 1912. Muestra evidente del raigambre adquirido fue su inclusión en algunas de las marchas procesionales más antológicas como “Soleá, dame la mano” de Manuel Font de Anta datada de 1918, “Procesión de Semana Santa en Sevilla” del maestro bilbilitano Pascual Marquina Norre en 1926, o “Jesús Preso” del maestro Emilio Cebrián.

[14] Olaya Marín, Mateo: “Las bandas de cornetas y tambores cordobesas: un estilo infravalorado”. Revista “Córdoba Cofrade” n 115 (diciembre, 2006).

[15] Algunas de estas marchas malagueñas incorporadas por la Banda de Cornetas y Tambores de la Policía Armada fueron cambiadas de título para adaptarse a las advocaciones propias de las hermandades de Sevilla. De esta manera la marcha "Pobre Zaragoza" fue rebautizada como “Virgen del Buen Fin”, "Cristo viejo" como “Cristo de la Buena Muerte” o "Rocío" como “Montesión”.

[16] Según el conocido "Informe Romera", publicado por Esteban Romera Domínguez en 2004 ("Toda la música de la Semana Santa de 2004". Boletín de las Cofradías de Sevilla, nº 543, mayo 2004. páginas 422-429) y considerado como el primer gran estudio pormenorizado sobre las marchas interpretadas en la Semana Santa de Sevilla y vísperas, sobre un total de 2.258 marchas interpretadas por las bandas de cornetas y tambores en la Semana Santa de 2004, 649 fueron compuestas por Alberto Escámez (un 28,75%), siendo "Cristo del Amor" con 130 interpretaciones y "Virgen de la Paloma" con 80, las dos primeras de ese "ranking".

[17] Según los estudios llevados a cabo por el “Boletín de las Cofradías de Sevilla”, en este periodo se han estrenado en las procesiones penitenciales sevillanas 152 composiciones para banda de cornetas y tambores: 57 marchas en el año 2009; 21, en 2010; 31 en 2011; 23 en 2012; y 20 durante la pasada Semana Santa 2013.

 

Licencia Creative Commons El texto "La corneta, brillo de Pasión" creado por David Beneded Blázquez para www.jesusdelahumillacion.org, se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 3.0 España. Zaragoza, 2014-2016.

Fotografía principal: La corneta de la Sección de Instrumentos, delante de nuestro paso titular (fotografía de David Beneded). Fotografías secundarias: hermano de la Sección tocando la corneta durante una de nuestras procesiones (fotografía de Óscar Cubero); hermano “corneta” representando a la Cofradía en el “Piquete de Honor” de la Junta Coordinadora de Cofradías de la Semana Santa de Zaragoza  (fotografía de David Beneded); cornetas en el centro de la formación de la Sección de Instrumentos durante una de las procesiones de nuestra Cofradía (fotografía de Manuel Pelet).