"La palabra del Señor permanece para siempre. Y esa palabra es el Evangelio que os anunciamos" (1 P 1,25: cf. Is 40,8). Esta frase de la Primera carta de san Pedro, que retoma las palabras del profeta Isaías y con las que comienza Benedicto XVI la exhortación apostólica "Verbum Domini", nos pone frente al misterio de Dios que se comunica a sí mismo mediante el don de su palabra. Esta palabra, que permanece para siempre, ha entrado en el tiempo. Es la buena noticia. Éste es el anuncio que, a través de los siglos, llega hasta nosotros.
CELEBRAMOS MEMORIA DE SAN ISIDORO DE SEVILLA
La gran figura de la Iglesia española en la época visigoda, nació en Sevilla alrededor del año 560 en el seno de una noble estirpe hispano-romana, por la muerte de su padre se encargó de su educación su hermano mayor San Leandro a quién sucedería al frente de la sede hispalense. A lo largo de su vida, publicó numerosos escritos llenos de erudición compilando la sabiduría greco-romana y de los Padres de la Iglesia, siendo el verdadero organizador de la Iglesia española tras la conversión de la monarquía y la nobleza visigoda. Organizó numerosos concilios en los que defendió la fe frente a los arrianos, impulsando la vida monástica. Murió santamente tal día como hoy del año 638, dándole el Papa Clemente VIII el honor de los altares en 1598 y siendo declarado en 1722 Doctor de la Iglesia por Benedicto XIII. Íntimo amigo del Obispo de Zaragoza, San Braulio, una imagen suya esculpida en mármol se encuentra en la cúpula de la Santa Capilla de Nuestra Señora del Pilar. Por cierto, que hoy el Martirologio Romano también recuerda en nuestra región a los beatos Domingo y Gregorio, presbíteros de la Orden de Predicadores, que en el siglo XIII, "sin llevar oro ni plata, mendigando cada día el alimento necesario, peregrinaban anunciando a todos la Palabra de Dios".
Primera Lectura: Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2,1-10).
Salmo responsorial Sal 118,99-100.101-102.103-104.
Soy más docto que todos mis maestros,
porque medito tus preceptos.
Soy más sagaz que los ancianos,
porque cumplo tus leyes. R/.
Aparto mi pie de toda senda mala,
para guardar tu palabra;
no me aparto de tus mandamientos,
porque tú me has instruido. R/.
¡Qué dulce al paladar tu promesa:
más que miel en la boca!
Considero tus decretos,
y odio el camino de la mentira. R/.
Meditación del Evangelio
Para comprender mejor estas imágenes, tengamos en cuenta que la ley judía prescribía poner un poco de sal sobre cada oferta presentada a Dios, como un signo de alianza. La luz, entonces, para Israel era el símbolo de la revelación mesiánica que triunfa sobre las tinieblas del paganismo. Los cristianos, el nuevo Israel, reciben, entonces, una misión para con todos los hombres: con la fe y la caridad pueden orientar, consagrar, hacer fecunda la humanidad. Todos los bautizados somos discípulos misioneros y estamos llamados a convertirnos en un Evangelio vivo en el mundo: con una vida santa daremos "sabor" a los diferentes ambientes y los defenderemos de la corrupción, como hace la sal; y llevaremos la luz de Cristo a través del testimonio de una caridad genuina. Pero si los cristianos perdemos sabor y apagamos nuestra presencia de sal y de luz, perdemos la efectividad.» (Ángelus de S.S. Francisco, 9 de febrero de 2014).
El texto "Hoy 26 de abril celebramos..." creado para www.jesusdelahumillacion.org, está basado en textos del "Calendario Litúrgico-Pastoral" editado por la Comisión Episcopal de Liturgia de la Conferencia Episcopal Española.
Imagen principal: «Isidor von Sevilla» de Bartolomé Esteban Murillo - http://www.museumsyndicate.com/artist.php?artist=442. Disponible bajo la licencia Dominio público vía Wikimedia Commons.