
"La palabra del Señor permanece para siempre. Y esa palabra es el Evangelio que os anunciamos" (1 P 1,25: cf. Is 40,8). Esta frase de la Primera carta de san Pedro, que retoma las palabras del profeta Isaías y con las que comienza Benedicto XVI la exhortación apostólica "Verbum Domini", nos pone frente al misterio de Dios que se comunica a sí mismo mediante el don de su palabra. Esta palabra, que permanece para siempre, ha entrado en el tiempo. Es la buena noticia. Éste es el anuncio que, a través de los siglos, llega hasta nosotros.
HOY 17 DE NOVIEMBRE ... SÁBADO DE LA XXXII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
CELEBRAMOS MEMORIA DE SANTA ISABEL DE HUNGRÍA
Hoy la Iglesia celebra la memoria litúrgica de santa Isabel de Hungría, que, siendo casi una niña, se casó con Luis, langradve de Turingia, a quien dio tres hijos, y al quedar viuda, después de sufrir muchas calamidades y siempre inclinada a la meditación de las cosas celestiales, se retiró a Marburgo, en un hospital que ella misma había fundado, donde, abrazándose a la pobreza, se dedicó al cuidado de los enfermos y de los pobres hasta el último suspiro de su vida, que fue a los veinticinco años de edad (elog. Martirologio Romano).
Isabel era hija de Andrés, rey de Hungría, y nació el año 1207. Se casó muy joven con el landgrave de la región de Turingia, Luis IV, con el que tuvo tres hijos. Pronto destacó por su espíritu de piedad y penitencia, y su ejemplar comportamiento como esposa, madre, y consejera y ayudante de su marido. Sin embargo, éste murió muy pronto, en la cruzada; y ella tuvo que batallar mucho para defender los derechos hereditarios de su hijo mayor. Arreglados los asuntos políticos y familiares, abandonó la corte y fundó un hospital en Magdeburgo, donde se dedicó por entero a servir personalmente a los enfermos más pobres y necesitados de la ciudad, con heroica generosidad. Dedicó ese hospital a San Francisco de Asís, cuya fama e influjo se había extendido con gran rapidez también en centroeuropa. Allí murió la santa, todavía muy joven, en 1231.
Primera Lectura: Lectura de la tercera carta del apóstol san Juan (5-8)
Querido amigo Gayo, te portas con plena lealtad en todo lo que haces por los hermanos, y eso que para ti son extraños. Ellos han hablado de tu caridad ante la comunidad de aquí. Por favor, provéelos para el viaje como Dios se merece; ellos se pusieron en camino para trabajar por él sin aceptar nada de los gentiles. Por eso debemos nosotros sostener a hombres como éstos, cooperando así en la propagación de la verdad.
Salmo responsorial Sal 111,1-2.3-4.5-6
R/. Dichoso quien teme al Señor
Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R/.
En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo. R/.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo. R/.
Evangelio: Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,1-8)
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario." Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."»
Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»
Meditación del Evangelio
Hay una lucha que llevar adelante cada día; pero Dios es nuestro aliado, la fe en Él es nuestra fuerza y la oración es la expresión de esta fe. Por eso Jesús nos asegura la victoria, pero nos pregunta: "Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?" Si se apaga la fe, se apaga la oración y nosotros caminamos en la oscuridad, nos perdemos en el camino de la vida.
Aprendamos por tanto de la viuda del Evangelio a rezar siempre, sin cansarnos. Era buena esta viuda, sabía luchar por sus hijos, y pienso en tantas mujeres que luchan por su familia, que rezan, que no se cansan nunca. Un recuerdo hoy todos nosotros a estas mujeres que con su actitud nos dan un verdadero testimonio de bien, de valentía, de poder de la oración. Un recuerdo a ellas. Luchar, rezar siempre ¡Pero no para convencer al Señor a fuerza de palabras! ¡Él sabe mejor que nosotros qué necesitamos! Más bien la oración perseverante es expresión de la fe en un Dios que nos llama a combatir con Él, cada día, en cada momento, para vencer al mal con el bien. (S.S. Francisco, 20 de octubre de 2013).
El texto "Hoy 17 de noviembre celebramos..." creado para www.jesusdelahumillacion.org, está basado en textos del "Calendario Litúrgico-Pastoral" editado por la Comisión Episcopal de Liturgia de la Conferencia Episcopal Española.
Imagen principal: «Rosenwunder» de User Caro1409 on de.wikipedia. Disponible bajo la licencia Dominio público vía Wikimedia Commons.