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Procesión de la Amargura 2018

Un Miércoles Santo más, la Cofradía se dispuso a celebrar la segunda de sus procesiones penitenciales por las calles de Zaragoza con la intención de acompañar a María Santísima de la Amargura. Y es que, aunque la invoquemos de muchas formas distintas, la devoción que tenemos por María es única.

A la Madre de Dios no podemos ni debemos dejarla sola nunca. Cuando nos alejamos de María, concebida sin pecado y sin mancha de injusticia, caemos y nos hacemos malos cofrades, peores cristianos y pésimas personas. Fácilmente nos dejamos llevar por el ambiente que respira la sociedad actual en el que reina la competencia, el servicio interesado, la crítica a quien no piensa igual, el ir cada uno a lo suyo. Envidiamos y tratamos de miramos en el espejo de los “falsos profetas” que vemos en la televisión o en las redes sociales. Y, sin embargo, ¿quién quiere ser en nuestros días como la Virgen? ¿Acaso no es la mejor “influencer” que podemos tener?.

No hay otra alternativa. Si nos hacemos llamar cofrades, debemos seguir a María en las redes de la vida, suscribirnos a sus consejos, retuitear su Fiat y reenviarlo a todos nuestros contactos y mensajearnos con Ella. Y eso es, precisamente, lo que la Cofradía hace cada Miércoles Santo, implorar su protección para emprender una vida auténticamente cristiana y, además, hacerlo con los sonidos de nuestros instrumentos convertidos en oración y el recogido canto de jota de la espléndidas voces de Ana y Susana, quienes una vez más, nos acompañaron en esta cita cada vez más consolidada en el calendario cofradiero zaragozano.

ORACIÓN INICIAL (Plaza de San Felipe)

Virgen y Madre María, tú que, movida por el Espíritu, acogiste al Verbo de la vida en la profundidad de tu humilde fe, totalmente entregada al Eterno, ayúdanos a decir nuestro «sí» ante la urgencia, más imperiosa que nunca, de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús.

Tú, llena de la presencia de Cristo, llevaste la alegría a Juan el Bautista, haciéndolo exultar en el seno de su madre.
Tú, estremecida de gozo, cantaste las maravillas del Señor.
Tú, que estuviste plantada ante la cruz con una fe inquebrantable y recibiste el alegre consuelo de la resurrección, recogiste a los discípulos en la espera del Espíritu para que naciera la Iglesia evangelizadora.

Tú, Virgen de la escucha y la contemplación, madre del amor, esposa de las bodas eternas, intercede por la Iglesia, de la cual eres el icono purísimo, para que ella nunca se encierre ni se detenga en su pasión por instaurar el Reino.

Estrella de la nueva evangelización, ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión, del servicio, de la fe ardiente y generosa, de la justicia y el amor a los pobres, para que la alegría del Evangelio llegue hasta los confines de la tierra y ninguna periferia se prive de su luz.

Madre del Evangelio viviente, manantial de alegría para los pequeños, ruega por nosotros. Amén.

SEGUNDA ORACIÓN – (calle Ossau)

¡Oh, Virgen Santísima nuestra Señora de la Amargura
Madre de Dios
Madre de Cristo
Madre de la Iglesia!,
míranos clemente en esta hora.

Enséñanos a creer como has creído tú.
Haz que nuestra fe en Cristo y la Iglesia sea siempre
Serena, Valiente, fuerte y generosa.
Virgen fiel, ruega por nosotros.

Enséñanos a amar a Dios y a nuestros hermanos
como les amaste tú.
Haz que nuestro amor a los demás
sea paciente y respetuoso.
Madre amable, madre digna de amor, ruega por nosotros.

Enséñanos a saber encontrar la FE,
La paradoja de la alegría cristiana
que nace y florece,
en el dolor y la amargura con tu Hijo crucificado.

Oh! Virgen Santísima de la Amargura míranos clemente
Y ruega por nosotros AMEN

TERCERA ORACIÓN – (calle San Miguel)

Santísima Virgen de la Amargura, madre nuestra y de todos los hombres, dispensadora universal de todas las gracias, acudimos a Ti, implorantes, a suplicarte que por Tu meditación de Corredentora hagas que Jesucristo Tu Hijo, aumente nuestra Fe, potencie nuestra Caridad y fortalezca nuestra Esperanza.

Como hijos tuyos, te pedimos Señora de la Amargura, que no te olvides de aquellos hermanos nuestros que comparten contigo el pan de la tribulación  y el vino de la injusticia, para que ayudados por tu gracia, sepan alcanzar en Cristo la suprema razón de sus existencias.

Acuérdate de quienes te invocan con el Santo nombre de Madre, y enséñanos a ser hijos conscientes de la Iglesia a través de nuestro apostolado de cofrades. Amén.

INTRODUCCIÓN DEL HERMANO MAYOR (Plaza de San Roque)

La Cofradía se vuelve a reunir, un Miércoles Santo más, alrededor de ti, María Santísima de la Amargura, Madre nuestra.

A tu lado estamos recorriendo las calles de Zaragoza, proclamando nuestra fe en ti y en Jesús, tu hijo y Señor nuestro. Queremos que ese sentimiento cristiano sea cada vez más fuerte, más sólido, como una columna que sustente el crecimiento y desarrollo de nuestras vidas y de nuestra Cofradía.

En la noche de hoy, todos los cofrades de Jesús de la Humillación, venimos a rezarte, a darte gracias, a pedirte por nosotros y nuestros hermanos. Que nuestra fe en Tí, María de la Amargura, sea un corazón que palpite con fuerza y vibración, basado en los valores que debemos potenciar en nuestra cofradía: la fraternidad, el perdón, la solidaridad, la humildad y la entrega desinteresada. No solamente durante la Semana Santa, sino también el resto del año.

Bajo tu protección y esperanza confiamos en mantener e impulsar vivencias de verdadera Cofradía, que conoce y asume su función fundamental: ayudar a los hermanos que más lo necesitan.

Alrededor tuyo, María, queremos tener un recuerdo para los hermanos difuntos, que nos siguen acompañando al hacer viva su memoria. También a los hermanos enfermos, que no han podido acompañarnos, para que mejoren muy pronto y puedan hacerlo la próxima Semana Santa. Ayúdanos a ser capaces de ilusionar y transmitir nuestro mensaje en el presente, y llénanos de esperanza para construir un futuro verdaderamente cofrade, basado en verdaderos cristianos entregados a los demás.

Agradecemos la compañía de los representantes de otras cofradías y hermandades, también de Felipe, sacerdote que va a realizar la predicación, de los joteros, de los familiares y amigos que nos seguís durante la procesión y de todos los que amablemente os habéis acercado hasta aquí.

Sed bienvenidos a este sencillo acto de reunión alrededor de nuestra Madre, la Virgen María.

POEMA ORACION A LA VIRGEN MADRE (Plaza San Roque)

Préstame Madre tus ojos
para con ellos mirar
Porque si con ellos veo,
nunca volveré a pecar.

Préstame Madre tus labios
para con ellos rezar
Porque si con ellos rezo,
Jesús me podrá escuchar.

Préstame Madre tus brazos
para poder trabajar
Pues así rendirá mi esfuerzo,
y valdrá una eternidad.

Préstame Madre tus manos
para poder abrir y compartir
Lo mejor que tengo,
con el que venga a pedir.

Madre Santísima de la Amargura
préstame tu Manto para
cubrir mi falta de bondad
Pues con tu manto lleno de estrellas,
al cielo he de llegar.

Préstame Madre a tu Hijo
para poder amar,
Si tú me das a Jesús
Que más ya puedo desear. Amén.

PREDICACIÓN CENTRAL DEL "ACTO DE LA AMARGURA" POR EL RVDO. D. FELIPE CERVERA.

El evangelista Juan nos dice que junto a la cruz de Jesús estaba su madre y la tradición nos dice que estaba llorosa, sufriente, llena de amargura, porque de esa cruz pendía su querido hijo. No es este el único momento en que María sufre. Los evangelios nos hablan de otros muchos momentos en los que su corazón se llena de dolor.

Cuando nace Jesús y sus padres lo llevan al templo para cumplir la ley y presentarlo como primogénito al Señor, Simeón lo toma en brazos y presenta a Jesús como luz del mundo, pero a María le dice que una espada le atravesará el alma.

Sí, la vida está amasada con dolor y María sufre por todos nosotros sus hijos. Y llora por el sufrimiento de los inocentes; por aquellos que mueren y se justifica su muerte diciendo que son daños colaterales inevitables. Llora por nosotros que no aceptamos ningún sufrimiento y exigimos que todos nos complazcan porque nos creemos con todos los derechos del mundo.

El evangelista Mateo nos cuenta que José y María, con Jesús muy pequeño, tuvieron que huir a Egipto porque Herodes quería matar al niño. Cuanta angustia y cuanto dolor en el corazón de María por el peligro en que se encuentra su hijo. Y cuanta angustia y cuanto dolor en el corazón de María por los hijos que tienen que dejar su tierra, su casa, sus familiares, sus amigos, en busca de trabajo o que tienen que huir de la guerra y la violencia. Amargura por las dificultades que encuentran en el camino, en la situación nueva, en la indiferencia de muchos. No cerremos nunca nuestro corazón ni nuestras casas y así evitaremos mucho sufrimiento en los demás.

María sufre y se angustia porque en Jerusalén ha pedido a su hijo. Nadie sabe nada del niño. Y qué alegría al encontrarlo en el templo ocupado en las cosas de su Padre. Nosotros también sufrimos por el silencio de Dios. Porque no nos hace caso, porque parece que es sordo y mudo. Porque no vemos por ningún lado su cuidado amoroso. Jesús es la palabra, la respuesta, el cuidado amoroso del Padre. Acudamos a María y en ella lo encontraremos. Ella siempre nos llevará a Jesús. Ella hará que lo encontremos y que se termine el silencio de Dios.

María sufre cuando ve pasar a su hijo cargado con la cruz camino del calvario. Cuanta gente que mira y no hace nada. Cuanta falta de empatía. Cuanta indiferencia también en nuestro corazón frente al dolor, a las necesidades, a las suplicas y ruegos de los demás. María sufre porque nosotros no atendemos a aquellos que también son sus hijos y por tanto también nuestros hermanos.

Jesús muere clavado en la cruz y muere para que nunca más nadie sea crucificado, pero hoy sigue habiendo crucificados. Gente sin trabajo o con sueldos precarios; mujeres y niños maltratados; muertos por atentados; trabajadores explotados; ancianos abandonados; perseguidos por su fe; marginados por el color de su piel, por su orientación sexual, por su condición social, por su ideas. Gente deprimida, que lo ve todo negro, que buscan la muerte como única salida. Los que padecen las consecuencias de las guerras, del hambre,, llenan de la sed, de la falta de solidaridad y de compartir, etc. etc. etc. una larga lista que todos conocemos muy bien.

María sufre al lado de la cruz de su hijo y de todos estos otros hijos suyos y por nuestro mirar a otro lado y por nuestra cobardía y nuestros miedos en hablar y denunciar tanto dolor, porque actuando así nosotros también crucificamos.

Jesús ha muerto y María lo recibe en sus brazos. Nuevamente su corazón se llena de amargura.  Es verdad que Jesús ha dicho que nadie le quita la vida, sino que él la entrega para mostrar el gran amor que llena su corazón, pero también es verdad que ha muerto por la maldad que llena el corazón de muchos. Por la envidia, el rencor, el odio, los celos, las antipatías, las suspicacias, los temores que anidan en nuestro corazón.

Y Jesús muerto es enterrado, y el corazón de la madre se llena soledad y tristeza, pero estaba segura de que Jesús resucitaría como lo había dicho; de que es posible la esperanza, de que siempre se abre una puerta cuando otra se cierra; de que el amor es capaz de encender una luz aunque sea pequeña como la luz de una cerilla; de que muchas pequeñas luces juntas son capaces de iluminar como el sol.

Tú, y yo, todos nosotros podemos encender esa pequeña luz y unidos ser luz en medio del mundo; ser testigos del amor de Dios que no quiere que nadie sufra y muera porque Él ya ha sufrido y muerto por nosotros.

Santa María de la amargura y de la gran esperanza, llénanos de tu fuerza, danos tu valor y acompáñanos en nuestro caminar.

ORACIÓN FINAL A MARÍA DEL PAPA FRANCISCO

María, mujer de la escucha, haz que se abran nuestros oídos; que sepamos escuchar la Palabra de tu Hijo Jesús entre las miles de palabras de este mundo; haz que sepamos escuchar la realidad en la que vivimos, a cada persona que encontramos, especialmente a quien tiene dificultades.

María, mujer de la decisión, ilumina nuestra mente y nuestro corazón, para que sepamos obedecer a la Palabra de tu Hijo Jesús sin vacilaciones. Danos la valentía de la decisión, de no dejarnos arrastrar para que otros orienten nuestra vida.

María, mujer de la acción, haz que nuestras manos y nuestros pies se muevan “deprisa” hacia los demás, para llevar la caridad y el amor de tu Hijo Jesús, para llevar, como tú, la luz del Evangelio al mundo. Amén.

ORACION FINAL

Que nuestra Cofradía, como María Santísima de la Amargura tenga como lema:
Contemplar a Cristo,
Recordar a Cristo,
Anunciar a Cristo,
Y caminar con Cristo
.

María Santísima de la Amargura, sea bendita hoy y siempr en la tierra y en el cielo. AMEN.

Procesion de la Amargura 2018

Procesion de la Amargura 2018

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Fotografías cedidas a la Cofradía para su publicación por Óscar Cubero Perales, Mario Gambra López, Sergio Herrero Barco, Jesús Guillén Gracia y Jorge Sánchez Aguilar.