Durante la jornada del pasado día 3 de Marzo celebramos en nuestra Parroquia la Fiesta Titular de la Cofradía. Una celebración a la que asiste toda la Cofradía para, unidos todos los hermanos por un mismo espíritu de fidelidad a Jesucristo, reafirmar nuestra fe cristiana, además de para recibir y acoger a los hermanos que acaban de ingresar en la Cofradía.

La jornada comenzó con el Capítulo General de Hermanos, Órgano Superior de la Cofradía y que está integrado por todos los Hermanos, correspondiente a la Cuaresma. En él se repasaron y refrendaron los diferentes aspectos del orden del día (movimiento de Hermanos, aprobación de las cuentas del ejercicio anterior, informe de las distintas secciones, así como la preparación de la Semana Santa venidera, entre otras cuestiones). Todo esto se hizo en medio del amor fraternal que nos caracteriza como Cofradía, si bien cada uno de los asistentes pudo dar su opinión sobre los distintos aspectos antes enumerados.

Una vez terminado el Capítulo, pasamos a celebrar nuestra “Fiesta Titular”, en mayúsculas. Celebrándose en nuestra sede canónica, la Parroquia de San Felipe y Santiago el Mayor, con la celebración eucarística presidida por el Hermano Consiliario, así como por nuestro sacerdote amigo, D. Felipe Cervera. En esta ocasión no pudimos contar con el acompañamiento musical de nuestro Coro. Se situaron en el Altar Mayor tanto el Guión como la Cruz In Memoriam.

Tras la “liturgia de la Palabra” se procedió al acto de “Profesión de Fe” y, seguidamente, la “Acogida de los nuevos hermanos” con la Promesa y la bendición e imposición de medallas y hábitos.

Para ello, los hermanos de nuevo ingreso, así como todos los hermanos presentes, se dispusieron a realizar la promesa como hermanos de la Cofradía. Este compromiso nos confiere un modo peculiar de vivir unidos, obligándonos a vivir como bautizados, ejerciendo nuestro derecho a asociarnos como laicos dentro de la Iglesia.

Concluidas las promesas, el Teniente de Hermano Mayor (en representación del Hermano Mayor quien no pudo asistir por motivos personales), se dirigió a los hermanos de nuevo ingreso, así como a los demás hermanos de la Cofradía, invitando a “entrenar” a los nuevos hermanos, y sobre todo a acercarnos a ellos, hacerles la vida más fácil, transmitirles la ilusión hacía la Cofradía y hacia el prójimo, siempre con el amor transmitido por Jesús. Y sobre todo, contagiar los valores que nos identifican como hermanos de la Cofradía: Honestidad, Gratitud, Humildad, Sensibilidad, Prudencia, Respeto y Responsabilidad.

Seguidamente, se prosiguió con la imposición de las medallas. Momento en el que los nuevos hermanos reciben el signo que les distingue como tales: la medalla de la Cofradía, que les recordará, cerca del corazón, su deber de amar a Dios y a todos como hermanos.

La acogida continuó con la imposición de las capas, como prenda representativa del hábito penitencial. El hábito tiene dos valores irrenunciables: la identidad cofrade y la coherencia de vida.

Al finalizar esta, se entregaron las insignias de plata a los hermanos que de manera interrumpida han pertenecido a la Cofradía durante 25 años. Con compromiso cristiano, caridad fraternal y testimonio público de Fe católica, junto a nuestros Sagrados Titulares Jesús de la Humillación y María Santísima de la Amargura y junto a nuestros hermanos en Cristo.

Tras todo este acto, se continuó con la celebración Eucarística, participando de la cena del Señor.

Y tras el acto principal de la Fiesta Titular, se pasó a la parte más lúdica, la “Cena de Hermandad”. Presidida y bendecida por D. Felipe Cervera, sirvió para aunar lazos de amistad y fraternidad entre los asistentes, acoger y que nos conozcan mejor los “nuevos”. Y al final, tras el largo día y para no dormirnos, aprovechamos para mover el cuerpo al ritmo de la música.

De nuevo, otro día imborrable en la mente y el corazón de muchos Cofrades.

Crónica de Eduardo Sauras y fotografías de David Beneded.