
"La palabra del Señor permanece para siempre. Y esa palabra es el Evangelio que os anunciamos" (1 P 1,25: cf. Is 40,8). Esta frase de la Primera carta de san Pedro, que retoma las palabras del profeta Isaías y con las que comienza Benedicto XVI la exhortación apostólica "Verbum Domini", nos pone frente al misterio de Dios que se comunica a sí mismo mediante el don de su palabra. Esta palabra, que permanece para siempre, ha entrado en el tiempo. Es la buena noticia. Éste es el anuncio que, a través de los siglos, llega hasta nosotros.
HOY 11 DE NOVIEMBRE ... CELEBRAMOS EL DOMINGO DE LA XXXII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
La generosidad hasta el extremo y la confianza en Dios es un tema fundamental de este domingo. Así, la viuda de la 1 lect. confía en la palabra del profeta Elías y le entrega lo único que tenía para comer, un panecillo. Y, por esa confianza en el Señor, habiendo hecho caso al profeta, no le faltó para comer en adelante (1 lect.). Igualmente, en el Evangelio, Jesús alaba a una pobre viuda que dio de limosna para el templo todo lo poco que tenía para vivir. Así demostraba su confianza en Dios. Supone esto una llamada a poner a Dios por encima del dinero y de los bienes materiales y a fomentar la disponibilidad para darlo todo, sabiendo que al Señor no vamos a ganarle en generosidad.
También hoy el Martirologio Romano recordaría a san Martín, obispo, en el día de su sepultura. Nacido en Panonia de padres gentiles, siendo soldado en las Galias y aún catecúmeno, cubrió con su manto a Cristo en la persona de un pobre, y luego, recibido el bautismo, dejó las armas e hizo vida monástica en un cenobio fundado por él mismo en Ligugé, bajo la dirección de san Hilario de Poitiers. Después, ordenado sacerdote y elegido obispo de Tours, teniendo ante sus ojos el ejemplo del buen pastor, fundó en distintos pueblos otros monasterios y parroquias, adoctrinó y reconcilió al clero y evangelizó a los campesinos, hasta que fue al encuentro del Señor en Candes (elog. Martirologio Romano).
San Martín de Tours es uno de los primeros santos elevado a los altares sin haber sufrido martirio. Nacido en la Panonia húngara, fue soldado y con 22 años dejó la carrera militar para entregarse sólo a Dios y a los pobres. Se cuenta que preparándose para el bautismo, partió con la espada su capa para abrigar a un pobre; en él había vestido a Cristo. En Poitiers trabajó junto a san Hilario y más tarde fundó un monasterio en Ligugé al que dió la regla de san Basilio. Designado obispo de Tours el año 370, recorrió amplias regiones de Francia y Alemania, rodeado de monjes misioneros. Murió en Candes, el año 397, sobre la ceniza penitencial y con los ojos buscando el cielo. Decía: “Señor, si aún puedo hacer algo en la tierra, no rehuso el trabajo; sólo quiero tu voluntad”. Su sepulcro en Tours sería pronto cita de veneración general. La devoción a San Martín se extendió por todo Europa. Es uno de los santos más venerados en Aragón, donde tiene dedicadas numerosas iglesias y ermitas.
Primera Lectura: Lectura del primer libro de los Reyes (17,10-16)
En aquellos días, el profeta Elías se puso en camino hacia Sarepta, y, al llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo: «Por favor, tráeme un poco de agua en un jarro para que beba.»
Mientras iba a buscarla, le gritó: «Por favor, tráeme también en la mano un trozo de pan.»
Respondió ella: «Te juro por el Señor, tu Dios, que no tengo ni pan; me queda sólo un puñado de harina en el cántaro y un poco de aceite en la alcuza. Ya ves que estaba recogiendo un poco de leña. Voy a hacer un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos.»
Respondió Elías: «No temas. Anda, prepáralo como has dicho, pero primero hazme a mí un panecillo y tráemelo; para ti y para tu hijo lo harás después. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: "La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra."»
Ella se fue, hizo lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo. Ni la orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho el Señor por medio de Elías.
Salmo responsorial Sal 145,7.8-9a.9bc-10
R/. Alaba, alma mía, al Señor
Que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R/.
El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos,
el Señor guarda a los peregrinos. R/.
Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.
Segunda Lectura: Lectura de la carta a los Hebreos (9,24-28)
Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres imagen del auténtico, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros. Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecia sangre ajena; si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo. Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio. De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos. La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos.
Evangelio: Lectura del santo evangelio según san Marcos (12,38-44)
En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa.»
Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales.
Llamando a sus discípulos, les dijo: «Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.»
Meditación del Evangelio
La fe no necesita aparentar, sino ser. No necesita ser alimentada por cortesías, especialmente si son hipócritas, sino por un corazón capaz de amar de forma genuina. Jesús condena este tipo de seguridad centrada en el cumplimiento de la ley.
Jesús condena esta espiritualidad de cosmética, aparentar lo bueno, lo bello, ¡pero la verdad por dentro es otra cosa! Jesús condena a las personas de buenas maneras pero de malas costumbres, esas costumbres que no se ven pero se hacen a escondidas. Pero la apariencia es justa: esta gente a la que le gustaba pasearse en las plazas, hacerse ver rezando, 'maquillarse' con un poco de debilidad cuando ayunaban... ¿Por qué el Señor es así? Vean que son dos los adjetivos que usa aquí, pero unidos: avaricia y maldad. […]
Jesús nos aconseja esto: no tocar la trompeta. El segundo consejo que nos da: no dar solamente lo que nos sobra. Y nos habla de esa viejecita que ha dado todo lo que tenía para vivir. Y alaba a esa mujer por haber hecho esto. Y lo hace de una forma un poco escondida, quizá porque se avergonzaba de no poder dar más. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 14 de octubre de 2014, en Santa Marta).
El texto "Hoy 11 de noviembre celebramos..." creado para www.jesusdelahumillacion.org, está basado en textos del "Calendario Litúrgico-Pastoral" editado por la Comisión Episcopal de Liturgia de la Conferencia Episcopal Española.
Imagen principal: "San Martín partiendo su capa con un pobre" obra de Miguel Jiménez custodiada en el Museo de Zaragoza procedente de la Iglesia de San Pablo.