
"La palabra del Señor permanece para siempre. Y esa palabra es el Evangelio que os anunciamos" (1 P 1,25: cf. Is 40,8). Esta frase de la Primera carta de san Pedro, que retoma las palabras del profeta Isaías y con las que comienza Benedicto XVI la exhortación apostólica "Verbum Domini", nos pone frente al misterio de Dios que se comunica a sí mismo mediante el don de su palabra. Esta palabra, que permanece para siempre, ha entrado en el tiempo. Es la buena noticia. Éste es el anuncio que, a través de los siglos, llega hasta nosotros.
HOY 27 DE DICIEMBRE ... III DÍA DE LA OCTAVA DEL SEÑOR
CELEBRAMOS LA FIESTA DE SAN JUAN EVANGELISTA
Hoy la Iglesia celebra la fiesta de san Juan, apóstol y evangelista, hijo de Zebedeo, que, junto con su hermano Santiago y con Pedro, fue testigo de la transfiguración y de la pasión del Señor, y al pie de la cruz recibió de Él a María como madre. En su evangelio y en otros escritos se muestra como teólogo, habiendo contemplado la gloria del Verbo encarnado y anunciando lo que vio (elog. Martirologio Romano).
San Juan es el primero de los apóstoles junto con San Andrés, en encontrar a Cristo; y el último de ellos en sobrevivir. Murió ya anciano, de cien años. A este discípulo confió el Señor a su Madre, al pie de la Cruz: -Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu madre. Autor del cuarto Evangelio, del Apocalipsis y de tres cartas canónicas, insiste en el amor cristiano como cifra de su convivencia con el Dios hecho Hombre y corazón abierto. Los primeros cristianos de Éfeso y el Asia Menor recordaban como un diálogo constante con su Apóstol, el mejor amigo de Cristo, el desterrado a la isla de Patmos, el más anciano: “Hijos míos, amaos los unos a los otros. -¿Pero por qué nos dices siempre lo mismo? -Porque es el mandato del señor, y quien lo cumple hace cuanto debe”.
Primera Lectura: Comienzo de la primera carta del apóstol san Juan (1,1-4).
San Juan es el primero de los apóstoles junto con San Andrés, en encontrar a Cristo; y el último de ellos en sobrevivir. Murió ya anciano, de cien años. A este discípulo confió el Señor a su Madre, al pie de la Cruz: -Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu madre. Autor del cuarto Evangelio, del Apocalipsis y de tres cartas canónicas, insiste en el amor cristiano como cifra de su convivencia con el Dios hecho Hombre y corazón abierto. Los primeros cristianos de Éfeso y el Asia Menor recordaban como un diálogo constante con su Apóstol, el mejor amigo de Cristo, el desterrado a la isla de Patmos, el más anciano: “Hijos míos, amaos los unos a los otros. -¿Pero por qué nos dices siempre lo mismo? -Porque es el mandato del señor, y quien lo cumple hace cuanto debe”.
Primera Lectura: Comienzo de la primera carta del apóstol san Juan (1,1-4).
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa.
Salmo responsorial Sal 96,1-2.5-6.11-12.
Salmo responsorial Sal 96,1-2.5-6.11-12.
R/. Alegraos, justos, con el Señor.
El Señor reina, la tierra goza,
El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono. R/.
Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria. R/.
Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre. R/.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono. R/.
Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria. R/.
Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre. R/.
Evangelio: Lectura del santo evangelio según san Juan (20,2-8)
El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Meditación del Evangelio
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Meditación del Evangelio
San Pedro fue rápido al sepulcro y pensaba que lo habían robado. Al igual que María Magdalena, no entraba en su cabeza una resurrección real. Ellos no conseguían entender ese paso nuestro de la muerte a la vida a través de la resurrección. Han aceptado la de Jesús porque la han visto, pero la de los cristianos no era entendida así.
Cuando san Pablo habló de la resurrección, los griegos sabios y filósofos se asustaban. La resurrección de los cristianos es un escándalo, no pueden entenderlo. Y por esto Pablo hace este razonamiento: Si Cristo ha resucitado, también los muertos resucitarán. Hay una resistencia a la obra del Espíritu, que hemos recibido en el Bautismo, nos transforme en la resurrección. (Cf. Papa Francisco, homilía en santa Marta, 19 de septiembre de 2014).
Cuando san Pablo habló de la resurrección, los griegos sabios y filósofos se asustaban. La resurrección de los cristianos es un escándalo, no pueden entenderlo. Y por esto Pablo hace este razonamiento: Si Cristo ha resucitado, también los muertos resucitarán. Hay una resistencia a la obra del Espíritu, que hemos recibido en el Bautismo, nos transforme en la resurrección. (Cf. Papa Francisco, homilía en santa Marta, 19 de septiembre de 2014).
El texto "Hoy 27 de diciembre celebramos..." creado para www.jesusdelahumillacion.com, está basado en textos del "Calendario Litúrgico-Pastoral" editado por la Comisión Episcopal de Liturgia de la Conferencia Episcopal Española.
Imagen principal: Imagen de San Juan Evangelista en el paso de la "Oración del Huerto" que se tallara en el taller del escultor Francisco de Borja para la Hermandad de la Sangre de Cristo (fotografía de David Beneded).
