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Hoy 19 de noviembre celebramos ...

"La palabra del Señor permanece para siempre. Y esa palabra es el Evangelio que os anunciamos" (1 P 1,25: cf. Is 40,8). Esta frase de la Primera carta de san Pedro, que retoma las palabras del profeta Isaías y con las que comienza Benedicto XVI la exhortación apostólica "Verbum Domini", nos pone frente al misterio de Dios que se comunica a sí mismo mediante el don de su palabra. Esta palabra, que permanece para siempre, ha entrado en el tiempo. Es la buena noticia. Éste es el anuncio que, a través de los siglos, llega hasta nosotros
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HOY 19 DE NOVIEMBRE ... LUNES DE LA XXXIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
CELEBRAMOS MEMORIA DE SAN ABDÍAS
 

Hoy la Iglesia hace memoria de san Abdías, profeta, quien, después del exilio del pueblo de Israel, anunció la ira del Señor contra las gentes enemigas (elog. Martirologio Romano). Abdías (también llamado Obodyá, Obadyá u Obadías; siglo VI a.C.) es uno de los doce profetas menores del Antiguo Testamento, autor del Libro de Abdías. Con sólo veintiún versículos, es el más corto de las Sagradas Escrituras y uno de los menos precisos desde el punto de vista cronológico. El Libro de Abdías ocupa el cuarto lugar en la serie de los libros de los doce profetas llamados «menores» y se sabe que fue escrito por Abdías (nombre que significa "siervo de Dios"), si bien se desconoce todo acerca de quién fue y dónde escribió el libro. Se supone que fue escrito en el año 607 a. de C., pocos años antes de la caída de Edom, aunque se barajan numerosas hipótesis. Algunos autores sostienen que Abdías había profetizado en la época de Joram, rey de Judá (849-842); pero como puede interpretarse que habla de la destrucción de Jerusalén como ya ocurrida en los versos 11-14, otros colocan su profecía en la época del destierro. Ciertamente el tono de su libro, que muestra bastante mayor confianza en el futuro que en el presente, hace pensar que Abdías nació después de la caída de Jerusalén (586 a.C.), en el oscuro período a que alude también el libro de Jeremías.


Primera Lectura: Comienzo del libro del Apocalipsis (1,1-4;2,1-5a)

 
Revelación de Jesucristo, que Dios le encargó mostrar a sus siervos acerca de lo que tiene que suceder pronto. La dio a conocer enviando su ángel a su siervo Juan, el cual fue testigo de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo de todo cuanto vio. Bienaventurado el que lee, y los que escuchan las palabras de esta profecía, y guardan lo que en ella está escrito, porque el tiempo está cerca.
Juan a las siete iglesias de Asia:
«Gracia y paz a vosotros
de parte del que es, el que era y ha de venir;
de parte de los siete Espíritus que están ante su Trono».
Escuché al Señor que me decía:
Escribe al ángel de la Iglesia en Éfeso:
«Esto dice el que tiene las siete estrellas en su derecha, el que camina en medio de los siete candelabros de oro. Conozco tus obras, tu fatiga, tu perseverancia, que no puedes soportar a los malvados, y que has puesto a prueba a los que se llaman apóstoles, pero no lo son, y has descubierto que son mentirosos. Tienes perseverancia y has sufrido por mi nombre y no has desfallecido. Pero tengo contra ti que has abandonado tu amor primero. Acuérdate, pues, de dónde has caído, conviértete y haz las obras primeras».

Salmo responsorial Sal 127,1-2.3.4-5.
R/. Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.

Será como un árbol,
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.
 
Evangelio: Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,35-43)
 
Cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le informaron:
«Pasa Jesús el Nazareno».
Entonces empezó a gritar:
«¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!».
Los que iban delante lo regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte:
«Hijo de David, ten compasión de mí!».
Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.
Cuando estuvo cerca, le preguntó:
«¿Qué quieres que haga por ti?».
Él dijo:
«Señor, que recobre la vista».
Jesús le dijo:
«Recobra la vista, tu fe te ha salvado».
Y enseguida recobró la vista y lo seguía, glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.


Meditación del Evangelio
 
Esta periferia no podía llegar al Señor [el ciego en el camino a Jericó], porque este círculo -pero con buena voluntad - cerraba la puerta. Y esto sucede con frecuencia, entre nosotros creyentes: cuando hemos encontrado al Señor, sin que nosotros nos demos cuenta, se crea este microclima eclesiástico. No solo los sacerdotes, los obispos, también los fieles.

Pero nosotros somos esos que están con el Señor. Y de tanto mirar al Señor no miramos la necesidad del Señor, no miramos al Señor que tiene hambre, que tiene sed, que está en prisión, que está en el hospital. Ese Señor, en el marginado. Y este clima hace mucho mal.

El grupo que se siente preelegido, que quiere conservar este pequeño mundo alejando a quien moleste al Señor, incluidos los niños. Cuando en la Iglesia, los fieles, los ministros se convierten en un grupo así... no eclesial, sino 'eclesiástico', de privilegio de cercanía al Señor, tienen la tentación de olvidar el primer amor, ese amor tan bonito que todos hemos tenido cuando el Señor nos ha llamado, nos ha salvado, nos ha dicho: 'Pero yo te quiero mucho'. Esta es una tentación de los discípulos: olvidar el primer amor, es decir, olvidar también las periferias, donde yo estaba antes, aunque sintiera vergüenza. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 17 de noviembre de 2014, en Santa Marta).
 

Licencia Creative Commons El texto "Hoy 19 de noviembre celebramos..." creado para www.jesusdelahumillacion.org, está basado en textos del "Calendario Litúrgico-Pastoral" editado por la Comisión Episcopal de Liturgia de la Conferencia Episcopal Española.

Imagen principal: Dios se presenta a través del sueño a Abdías. Manuscrito francés, siglo XIII (Livre d'Abdias, Bourges, B.M., Ms. 7, f. 155v.). «Abdias» de Desconocido - culture.gouv.fr. Disponible bajo la licencia Dominio público vía Wikimedia Commons..