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Hoy 26 de noviembre celebramos ...

"La palabra del Señor permanece para siempre. Y esa palabra es el Evangelio que os anunciamos" (1 P 1,25: cf. Is 40,8). Esta frase de la Primera carta de san Pedro, que retoma las palabras del profeta Isaías y con las que comienza Benedicto XVI la exhortación apostólica "Verbum Domini", nos pone frente al misterio de Dios que se comunica a sí mismo mediante el don de su palabra. Esta palabra, que permanece para siempre, ha entrado en el tiempo. Es la buena noticia. Éste es el anuncio que, a través de los siglos, llega hasta nosotros
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HOY 26 DE NOVIEMBRE ... LUNES DE LA TRIGÉSIMA CUARTA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
CELEBRAMOS MEMORIA DE SAN LEORNARDO DE PORTO MAURICIO
 

Hoy la Iglesia celebra memoria de san Leonardo de Porto Maurizio, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que, desbordante de celo por las personas, empleó casi toda su vida en la predicación, en la edición de libros de piedad y en dar más de trescientas. San Leonardo de Porto Maurizio era un franciscano italiano que vivió entre 1676 y 1751 y que fue nombrado celestial patrono de los sacerdotes que se dedican a las misiones populares el 17 de marzo de 1923 por Pío XI. En una época -el llamado "siglo de las luces"- en que dominaba el barroquismo en la oratoria, -incluida la oratoria sagrada-, la sencillez, espontaneidad e inmediatez de su lenguaje, causó gran impacto entre gentes de toda condición, moviendo muchas almas a la conversión o renovación de su vida; y contrarrestando los negativos influjos del jansenismo en la espiritualidad cristiana de aquellos años. A través de sus palabras, los oyentes captaban su sinceridad, la coherencia con su vida, la fuerza de su piedad y su espíritu de penitencia. Destacó particularmente por su forma de predicar sobre la Pasión del Jesucristo, y la difusión de la práctica del Via Crucis; buscaba así remover los corazones de los pecadores, pero siempre en un tono positivo, amable y comprensivo, alejado de los acentos lúgubres e incluso terroríficos tan característicos de otros predicadores y escritores de la época.


Primera Lectura: Lectura del libro del Apocalipsis (14,1-3.4b-5)

 
Yo, Juan, miré y he aquí que el Cordero estaba de pie sobre el monte Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil que llevaban grabados en la frente su nombre y el nombre de su Padre. Oí también como una voz del cielo, como voz de muchas aguas y como voz de un trueno poderoso; y la voz que escuché era como de citaristas que tañían sus citaras.
Estos siguen al Cordero adondequiera que vaya. Estos fueron rescatados como primicias de los hombres para Dios y el Cordero. En su boca no se halló mentira: son intachables.

Salmo responsorial Sal 23,1-2.3-4ab.5-6
R/. Esta es la generación que busca tu rostro, Señor

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.

Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Esta es la generación que busca al Señor,
que busca tu rostro, Dios de Jacob. R/
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Evangelio: Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,1-4)
 
En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos, vio a unos ricos que echaban donativos en el tesoro del templo; vio también una viuda pobre que echaba dos monedillas, y dijo:
«En verdad os digo que esa viuda pobre ha echado más que todos, porque todos esos han contribuido a los donativos con lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».


Meditación del Evangelio
 
Pero los pobres –y este es el tercer punto– no sólo son personas a las que les podemos dar algo. También ellos tienen algo que ofrecernos, que enseñarnos. ¡Tenemos tanto que aprender de la sabiduría de los pobres!

Un santo del siglo XVIII, Benito José Labre, que dormía en las calles de Roma y vivía de las limosnas de la gente, se convirtió en consejero espiritual de muchas personas, entre las que figuraban nobles y prelados. En cierto sentido, los pobres son para nosotros como maestros. Nos enseñan que una persona no es valiosa por lo que posee, por lo que tiene en su cuenta en el banco. Un pobre, una persona que no tiene bienes materiales, mantiene siempre su dignidad. Los pobres pueden enseñarnos mucho, también sobre la humildad y la confianza en Dios. En la parábola del fariseo y el publicano, Jesús presenta a este último como modelo porque es humilde y se considera pecador. También la viuda que echa dos pequeñas monedas en el tesoro del templo es un ejemplo de la generosidad de quien, aun teniendo poco o nada, da todo» (S.S. Francisco, Mensaje para la XXIX Jornada mundial de la juventud, enero 2014).
 

Licencia Creative Commons El texto "Hoy 26 de noviembre celebramos..." creado para www.jesusdelahumillacion.org, está basado en textos del "Calendario Litúrgico-Pastoral" editado por la Comisión Episcopal de Liturgia de la Conferencia Episcopal Española.