Introducción a la unidad

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Iniciamos esta serie de unidades en las que vamos a intentar conocer mejor la comunidad a la que perteneces, nuestra fe en Cristo Jesús y a la Iglesia.

La primera pregunta que debemos hacernos es la de qué es una Cofradía. Probablemente pocas veces reflexionamos sobre el sentido y el auténtico significado de ser cofrades aunque, en el auténtico conocimiento de este hecho y en la verdadera toma de conciencia de lo que significa, está la razón de ser de la vocación cristiana que estamos viviendo, desde esta forma peculiar de asociarnos en la Iglesia.

Desde siempre, las cofradías han sido una importante célula social pudiendo ser consideradas como el cauce asociativo más generalizado durante toda la Edad Moderna al no haber ningún otro tipo de movimiento que las rebase en número e implantación social, con independencia de sus fines y motivos fundacionales, ya sean de carácter:

  • Devocional: dedicadas al culto y promoción de una advocación de Cristo, la Virgen María o un santo patrón, así como las relacionadas con una determinada reliquia o lugar sagrado. Muchas de ellas serían las que actualmente se engloban en el término genérico “de gloria”, uniéndose también las llamadas “sacramentales” (para el culto del Santísimo Sacramento) y las dedicadas a las ánimas benditas del purgatorio.

  • Benéfico-asistencial: creadas para el ejercicio de la caridad, en especial las dedicadas a la asistencia a pobres y enfermos, el mantenimiento de hospitales, asistencia espiritual en cárceles, entierros de desamparados y de los propios cofrades.

  • Para la defensa de un interés común: ya sea por pertenecer a una misma etnia, región, grupo social, oficio clerical o laical (profesionales o gremios)

  • Penitencial: creadas para conmemorar la Pasión y Muerte de Jesucristo, primero a través de la disciplina, promovida por franciscanos y dominicos, haciendo penitencia pública mediante azotes o cruces; y, finalmente, a partir del Concilio de Trento en el siglo XVI, organizando las procesiones y utilizando formas artísticas y actividades que perduran hasta la actualidad, dándoles su razón de existir.

Una larga y antiquísima tradición cofrade que se puede encontrar en nuestra propia ciudad, donde a lo largo del siglo XII ya consta documentalmente la existencia de cofradías distribuidas por las principales convento y parroquias como La Seo (donde se hallarían las cofradías de Todos los Santos, San Valero, San Salvador o San Miguel), San Felipe (dedicada al santo títular y datada al menos de 1202) o Santa Engracia, así como otras cofradías que ya aglutinaban gremios tales como el de mercaderes (en la Cofradía de Santa María de Predicadores), agricultores (Espíritu Santo), artesanos (San Francisco) o ganaderos (San Simón y San Judas, que todavía perdura como “Casa de Ganaderos” y que este mismo año celebra el 800 aniversario de las primeras noticias documentadas de su existencia).

Así que, para poder continuar y entrar en temas algo más profundos sobre la responsabilidad que como cofrades tenemos con nuestra comunidad, lo primero que tenemos que tener claro es el concepto de “Cofradía”, término que procede del latín “Confraternitas” que significa ser hermanos junto a otros hermanos.

Es decir, su principal particularidad, como deriva de su propia etimología, es la hermandad, la fraternidad, siendo totalmente imprescindible para la verdadera vida de la Cofradía que todas las personas que formen parte de la misma y que reciben el nombre de hermanos (al ser todos “Hijos de Dios”) se conozcan y estén dispuestas a ayudarse mutuamente, siendo precisamente esto lo que nos diferencia de otro tipo de asociaciones: en la Cofradía nos reunimos en “fraternidad en torno a Cristo”.