
Hace no mucho tiempo, el arzobispo emérito de Zaragoza, monseñor Manuel Ureña, se dirigia así a todos los miembros de las cofradías y hermandades zaragozanas: «no son los consiliarios una mera figura decorativa en nuestras procesiones, sino auténticos animadores de la vida cristiana entre vosotros. Ello les exige una entusiasta dedicación a vosotros y os pide una especial apertura a lo mucho que os puede ofrecer». Siendo tan relevante el poder contar con su colaboración, desde nuestra web abrimos una ventana a las sugerencias que nos propone para emprender el camino que nos debe volver a Dios, de volver a los hermanos.
El dos de febrero se celebraba el día de la Marmota en Estados Unidos y Canadá. Fuera de lo anec-dótico, de que la marmota al salir de la madriguera vea o no su sombra, esta fiesta nos indica algo mucho más ancestral que es el cambio, la cercanía de la nueva estación para que “la Naturaleza vuelva a la vida”. Después de un frío invierno (o al menos así era antes, cuando era niño) la natu-raleza comienza su ciclo de cambio.
Este día me trae recuerdos, (eso es lo que tiene tener ya 50 años) que vas acumulando, y me acor-daba de la película “Atrapado en el tiempo” de 1993 con Bill Murray. Para los más jóvenes, trata de un hombre del tiempo (meteorólogo) de un canal de TV que acude con su equipo a Pensilvania a retrasmitir en directo la salida de la marmota, y de como se queda atrapado en el tiempo, repitiendo una y otra vez, como en un bucle, el mismo día. Pero como toda historia tiene su enseñanza.
A Bill Murray le cuesta mucho darse cuenta, y le pasa, como a veces nos puede pasar a nosotros, que repetimos siempre, una y otra vez, los mismos errores, y precisamente cuando se da cuenta de cómo es en realidad una persona egoísta, egocéntrica, maleducada y sin ningún ápice de interés por los demás, es cuando se produce el cambio, la transformación, y se convierte en una per-sona nueva, y logra salir del bucle temporal en el que se había quedado encerrado.
Para nosotros, los cofrades, este “tiempo de Gracia” que es Cuaresma, Semana Santa y Pascua, tiene que ser como nuestro “día de la Marmota” en versión cristiana (y permitirme esta licencia coloquial).
Es el tiempo para darnos cuenta de nuestras debilidades, de aquello que no nos deja avanzar y nos encierra una y otra vez en ese bucle temporal y moral en el que no crecemos para ser mejores. Una vez asumido que podemos cambiar y que estamos llamados por Dios para mucho más, es en Semana Santa, cuando vivimos de manera especial ese cambio, esa transformación, gracias a la Pasión de Cristo, que se ofrece por nosotros, para que podamos cambiar y ¿cómo no? gracias a la intercesión de María, nuestra Madre que, al pie de la cruz, no es tanto lo que pide, sino lo que nos ofrece, a Cristo entregado por amor, para que nosotros podamos ofrecernos a los demás.
Ese cambio interior se tiene que llevar a la vida, en la Pascua, que es cuando nos ponemos en marcha, y lo mismo que la naturaleza se transforma, los cristianos, los cofrades, convertidos en hombres y mujeres nuevos, comenzamos a ser testigos de la Resurrección de Cristo, y con nuestra vida intentamos construir un mundo mejor.
Querido hermano no te quedes “atrapado en el tiempo” avanza, déjate transformar por Dios que quiere que des lo mejor de ti.
Rvdo. D. Sergio Blanco Izar
Consiliario de la Cofradía