EXPOSICIÓN DE LA UNIDAD 4: CAPÍTULO 3

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Posiblemente, en las procesiones de Semana Santa encontremos uno de los mayores conjuntos simbólicos del mundo occidental.

Ya nos lo decía el Arzobispo emérito de Zaragoza, Monseñor Manuel Ureña, tras su primera Semana Santa en Zaragoza: «el fuerte redoblar de los tambores, el clamor de las trompetas y los cofrades encapuchados acompañando las imágenes son el signo exterior, lo que nuestros oídos oyen y lo que nuestros ojos ven, pero el significado de estos signos es el alma humana transida por el dolor de ver a Cristo con la Cruz a cuestas camino del Calvario para salvarnos del pecado y de la muerte».

Todo lo que aparece en una procesión, tiene una riqueza simbolica simpar. Desde las imágenes titulares que hemos visto en la unidad anterior, hasta el hábito penitencial, la medalla o cada uno de los atributos (que luego describiremos más ampliamente) pasando por otros elementos que, a simple vista parecen carecer de significado o que solamente se ven como mero acompañamiento.

Las grecas, canastos y canastillas de los pasos, no solo ornamentan los simples tableros de madera sobre los que sujetar las imágenes sino que se convierten en auténticos retablos en movimiento con tarjetas y medallones en las que se representan escenas bíblicas, pasajes de la vida de Jesús y de la Virgen, representaciones del Vía Crucis (y hasta el Vía Lucis), figuras de santos, de los evangelistas (el Tetramorfos) y un largo etcétera de elementos simbólicos de primer orden.

El exorno floral de los pasos no solo cumple su función decorativa sino que los tipos de flores colocadas y sus colores tienen gran significación. Así, por poner unos ejemplos, en los pasos de Cristo suelen colocarse lirios morados alusivos a la penitencia o claveles rojos transportando a la sangre derramanda por el Redentor; y en los pasos de la Virgen, suelen abundar los claveles y rosas blancas que simbolizan la pureza y la virginidad de la Madre de Dios.

Y qué decir de la música. Las nutridas secciones de tambores, bombos, timbales y cornetas que tan características de nuestra Semana Santa desde que en 1940 la Cofradía de las Siete Palabras introdujera estos sonidos procedentes del Bajo Aragón, no es un mero acompañamiento ni un modo de entretener al personal. La percusión simboliza el impresionante duelo de la naturaleza ante la muerte de Cristo descrito en el evangelio de san Mateo (Mt 27, 51-54) y se transforma en forma de oración, en rezo armonioso y potente anuncio de nuestro paso por las calles convocando a la gente que vive absorta en la moderna ciudad que Cristo sigue cada día dando la vida por ellos, aunque no lo conozcan o no quieran saber nada de Él.

Como veíamos en la unidad anterior, en sí mismo y desde hace más de cuatro siglos, el “Santo Entierro” es una manifestación simbólica del entierro de un rey, del “Rey de Reyes” que es Jesucristo. Y así se conforma, recreando un cortejo fúnebre repleto de elementos que narran la vida del difunto y que dejan patente su majestad.

De este modo, siguen apareciendo las glorias de Cristo representadas por las “Arma Christi” o instrumentos de la Pasión (coronas, clavos, columna, azotes, gallos, aguamanil, lanzas, escaleras, sudarios y muchos más elementos tomados de la narración evangélica), desarrollándose todo un repertorio simbólico donde aparecen banderas representando a los “Hijos de Israel”, los personajes del Antiguo Testamento que precedieron y anunciaron la venida de Cristo (Abraham con su hijo Isaac, Moisés, Aarón, Melquisedec y David), el “Pueblo Hebreo”, la “Samaritana”, los apóstoles así como otras figuras alegóricas que profetizan la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo como las doce sibilas o, incluso, representaciones pictóricas de conceptos tan complejos como las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad).

Lamentablemente, muchísimas personas que acuden a las procesiones o incluso que forman parte de las mismas manifiestan una ceguera incomprensiva e incompresible. Concluía recientemente el historiador sevillano Manuel Jesús Roldán que «si la misma ONU define “analfabeto funcional” como aquel que tras leer un texto es incapaz de sintetizar su mensaje y sus ideas principales, un texto tan excepcionalmente rico y simbólico como es la celebración de la Semana Santa, queda condenado a ser un mensaje cada vez menos entendido. Si no hay entendimiento, no hay comunicación. Si no hay comunicación, no llega el mensaje. Si no llega el mensaje, la Semana Santa no tiene sentido».


Referencias bibliográficas:

- Antonio Beltrán Martínez: “Lo popular en la Semana Santa aragonesa”. Revista Redobles nº 2. Asociación Cultural Redobles, 1998.

- Alfonso García de Paso Remón y Wifredo Rincón García: “Iesus Nazarenus, Rex Judaeorum”. Asociación para el Estudio de la Semana Santa, 2011.

- Luís Antonio Gracia Lagarda: “Lo nuestro: orar con el tambor”. Revista “Semana Santa en Zaragoza” nº 8, Junta Coordinadora de Cofradías de la Semana Santa de Zaragoza, 2008.

- Manuel Jesús Roldán Salgueiro: “Ver en tiempo de ciegos”. En “Iconografía de la Semana Santa de Sevilla”. Sevilla : Ediciones Alfar, 2017.

- Juan de Padura Oría: “Alegorías y simbología en la Semana Santa de Zaragoza”. Revista Redobles nº 7. Asociación Cultural Redobles, 2004.

- Manuel Ureña Pastor: “Las Cofradías y la Semana Santa de Zaragoza”. En “Iglesia en Zaragoza”, Publicación semanal de la Diócesis de Zaragoza; nº 1338, 30 de abril de 2006, pp. 5.


 

EXPOSICIÓN DE LA UNIDAD 4
  • Capítulo 1
    Una sociedad llena de signos y símbolos para comunicarnos
  • Capítulo 2
    Símbolos que nos remiten a Dios y nos identifican como cristianos
  • Capítulo 3
    Los símbolos cofrades, una memoria viva y espiritual
  • Capítulo 4
    Nuestros símbolos, manifestación de identidad y coherencia de vida
  • Capítulo 5
    Los atributos, símbolos al servicio de la evangelización
ACTIVIDADES DE LA UNIDAD 4