EXPOSICIÓN DE LA UNIDAD 3: CAPÍTULO 2

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En el Código de Derecho Canónico encontramos una definición de lo que es una procesión para la Iglesia: «Bajo el nombre de sagradas procesiones se da a entender las solemnes rogativas que hace el pueblo fiel, conducido por el clero, yendo ordenadamente da un lugar sagrado a otro lugar sagrado, para promover la devoción de los fieles, para conmemorar los beneficios de Dios y darle gracias por ello, o para implorar el auxilio divino» (c. 1290,1).

Y siempre que se inicia una procesión hay un motivo que la propicia pudiendo enumerar cuatro fines fundamentales:

  • Excitar la piedad del pueblo cristiano;

  • Conmemorar los beneficios de Dios en la historia;

  • Dar gracias por los beneficios obtenidos;

  • Implorar el auxilio divino en las necesidades.

Las procesiones, por tanto, no solo están reconocidas por la Iglesia sino como expresa el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia, son «expresión cultual de carácter universal y de múltiples valores religiosos y sociales». Y aunque los cofrades cuando pensamos o hablamos de procesiones, las asociemos únicamente a las que nosotros desarrollamos en la calle, se encuentran establecidas en la propia Liturgia.

El mismo ritual de la Eucaristía, que es «fuente y culmen de toda la vida cristiana» (LG, 11) y «centro y cumbre de la vida de la Iglesia» (EdE, 31), contiene cuatro procesiones:

  • La de entrada, que simboliza un desplazamiento radical desde casa a la iglesia, conforme a una convocatoria eclesial.

  • La del evangelio, que pone de manifiesto la presencia de Cristo en medio de la asamblea.

  • La del ofertorio, que indica la aportación colectiva al sacrificio eucarístico.

  • La comunión, que supone el acercamiento a la mesa del Señor.

Las procesiones incluidas en la liturgia de la Iglesia, pueden ser a su vez, ordinarias o extraordinarias.

Las procesiones ordinarias en la Liturgia de la Iglesia

Entre las procesiones ordinarias, que se celebran en determinados días del año a tenor de los libros litúrgicos o de las costumbres, la liturgia incluye como las más significativas las que vamos a nombrar a continuación:

  • La procesión de la Candelaria o Presentación en el Templo, que gira en torno al simbolismo de la luz. Se celebra el 2 de febrero y se recuerda la presentación de Jesús en el Templo y la purificación de la Virgen después del parto.

  • La procesión del Domingo de Ramos, que representa la entrada de Jesús triunfante en Jerusalén, dando inicio al Misterio Pascual. En la misma, se bendice palmas y ramos de olivo como signo de que Cristo muriendo en la cruz, triunfó como Rey (CO, 263).

  • La procesión en la misa de la "Cena del Señor" en la tarde del Jueves Santo, día en que se conmemora la institución de la Eucaristía en la última Cena y el lavatorio de los pies realizado por Jesús. Después de la comunión se procede a trasladar procesionalmente bajo palio al Santísimo Sacramento hasta su lugar de reserva (tradicionalmente mal llamado “monumento”, puesto que este lugar no se preparara para representar la “sepultura del Señor” sino para conservar el pan eucarístico destinado a la comunicación del Viernes de la Pasión del Señor).

  • El Viernes Santo, es el día en el que se recuerda la crucifixión y muerte de Jesús de Nazaret. En este día no se celebra la eucaristía y en su lugar, se celebra la “Liturgia de la Pasión del Señor” a media tarde. Uno de los momentos más relevantes de la celebración es la presentación y adoración de la Santa Cruz, para lo cual en algunas iglesias se realiza procesión para llevarla al altar.

  • La procesión del lucernario en la Vigilia Pascual, acto que simboliza la salida de las tinieblas a la luz. Tiene lugar en la noche del Sábado Santo y en ella se conmemora la Resurrección de Jesús.

  • La procesión del Corpus Christi, que se celebra con motivo de esta solemnidad que tiene lugar sesenta días después del Domingo de Pascua (por lo que cae en jueves, si bien en muchos lugares se traslada la solemnidad al domingo más cercano) y que prolonga la celebración de la Eucaristía: inmediatamente después de la Misa, la Hostia que ha sido consagrada en dicha Misa se conduce fuera de la iglesia (en un ostensorio portado por el sacerdote bajo palio o en una suntuosa “custodia de asiento”) para que el pueblo cristiano "dé un testimonio público de fe y de veneración al Santísimo Sacramento" (DPPL, 162).

Por su parte, las procesiones extraordinarias deben ser convocadas por el Ordinario del lugar (es decir, en nuestro caso, el Arzobispo de Zaragoza) e, igual que las ordinarias y acostumbradas, deben asistir los clérigos y familias religiosas, y las cofradías de seglares pudiendo estar propiciadas por diferentes circunstancias históricas, rogativas, conmemorativas, de acción de gracias… y otras devocionales que por tradición se efectúan en cada iglesia particular (penitenciales, patronales, votivas).


Referencias bibliográficas:

- Ceremonial de los Obispos. Parte IV: Celebración de los Misterios del Señor durante el año litúrgico; Parte VI: Sacramentales.

- Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos: “Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia”. Sede Vaticana, 2002.

- Ramón de la Campa Carmona: “Las Estaciones Penitenciales, expresión religiosa de la Semana Santa. Boletín de las Cofradías de Sevilla” nº 506, abril 2001, pp. 140-142.


 

EXPOSICIÓN DE LA UNIDAD 3
  • Capítulo 1
    La palabra procesión: ponerse en camino para manifestar nuestra fe
  • Capítulo 2
    Las procesiones, expresión cultual en la liturgia de la Iglesia
  • Capítulo 3
    Las procesiones de Semana Santa, expresión de la religiosidad popular
  • Capítulo 4
    Las procesiones, corazón de la vida de la Cofradía
  • Capítulo 5
    La procesión, símbolo de nuestra vida
ACTIVIDADES DE LA UNIDAD 3