EXPOSICIÓN DE LA UNIDAD 1: CAPÍTULO 2

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Los cristianos creemos es un Dios-comunidad, en un Dios intercambio mutuo de cariño y amor cuya misma esencia es la comunicación y la comunión interpersonal, la plenitud del amor que se regala y se comparte abriéndose a todos y cada uno de los seres humanos. Un Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.

En efecto, la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe cristiana, el misterio de Dios en sí mismo que no se puede entender solo con la razón aunque, desde luego, no es algo absurdo o irracional ni tampoco son tres dioses diferentes.

Dios es Uno en cuanto que tiene una naturaleza divina pero, a su vez, es Trino en cuanto que es tres Personas que tienen la misma naturaleza divina.

El Credo resume la historia de esta actuación de Dios: proclamamos la fe en Dios Padre, que creó el mundo y a la familia humana; en el Hijo, que se encarnó para redimir a los hombres, que murió por nosotros y resucitó en la gloria del Padre; y en el Espíritu Santo, que alienta y santifica, haciéndose presente en la Iglesia y en el mundo.

El Padre, pues, expresa la altura de Dios que no se deja manejar por nuestras pequeñeces; el Hijo expresa la anchura de Dios que nos hace hermanos de todos, porque Él mismo es nuestro hermano; y el Espíritu Santo expresa la hondura de Dios, que se introduce hasta lo más íntimo de nuestra propia persona y, desde dentro, nos convoca a mostrar su presencia por medio de nuestro amor fraterno.

La Santísima Trinidad

Podemos decir que la Trinidad es una cofradía divina, de mutua relación y de la que procede la propia misión cristiana que es universal, con una apertura que excluye todo tipo de barreras y de fronteras.

Así que cuando confesamos la Trinidad de Dios, queremos afirmar que Dios no es un ser solitario, cerrado sobre sí mismo, sino un ser solidario. Dios es comunidad, vida compartida, entrega y donación mutua, comunión gozosa de vida. Dios es a la vez el que ama, el amado y el amor.

Desde que Jesús revelara el amor trinitario, podemos comprender mejor que el amor de Dios no se inicia y se termina en sí mismo sino que es un amor abierto a los hombres y mujeres, comunicado a la humanidad por el envío del Hijo que se encarna en nuestra carne y por la efusión del Espíritu que se derrama en nuestros corazones. Precisamente, por haber sido creados a imagen y semejanza de ese Dios Trinitario, salvados por ese amor del Padre que nos ha enviado a su propio Hijo para vivir, morir y resucitar a la vida eterna por el Espíritu, estamos llamados a vivir en comunión y sociedad fraterna.

Confesar la Trinidad no es sólo reconocerla como principio sino también aceptarla como modelo último de nuestra vida. Así que cuando afirmamos y respetamos las diferencias, confesamos prácticamente la distinción trinitaria de las personas. Cuando eliminamos las distancias y trabajamos por la igualdad real entre todos los seres humanos sin ningún tipo de distinción por edad, raza, sexo, lengua, origen, bandera, ideología o condición social, afirmamos con nuestras obras la igualdad de las personas de la Trinidad. Cuando nos esforzamos por tener «un solo corazón y una sola alma» y sabemos «ponerlo todo en común» para que nadie sufra necesidad, estamos confesando al único Dios y acogiendo en nosotros su vida trinitaria.

Creer en el Dios trinitario es vivir creciendo como hombres y mujeres desde el amor gratuito del Padre siguiendo a Jesús, el Hijo, en su obediencia filial al Padre y su amor incondicional a los hermanos y dejándonos guiar siempre por el Espíritu, dando frutos de «amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza» (que diría san Pablo, cf. Ga 5, 22) y que no son más que las características intrínsecas de una comunidad como la nuestra, como la Cofradía, donde debemos aceptar y practicar la verdadera hermandad con todos los hijos de Dios, nuestros iguales, nuestros hermanos.


Referencias bibliográficas:

- Catecismo de la Iglesia Católica: La profesión de la fe (primera parte).

- YOUCAT. Catecismo Joven de la Iglesia Católica. Editorial Encuentro, 2011, nº 35-39.

- Carta Pastoral de los obispos de Pamplona y Tudela, Bilbao, San Sebastián y Vitoria “Creer hoy en el Dios de Jesucristo”, 12 de febrero de 1986.

- Obras Misionales Pontificias: “La Misión de la Iglesia: La Trinidad, fuente y meta de la misión”.


 

EXPOSICIÓN DE LA UNIDAD 1
  • Capítulo 1
    La Cofradía, expresión de la dimensión social del ser humano
  • Capítulo 2
    La Santísima Trinidad, misterio nuclear de la Fe cristiana
  • Capítulo 3
    Jesucristo, fundamento y centro de nuestra Cofradía
  • Capítulo 4
    Una comunidad inserta en la Iglesia, la cofradía universal
  • Capítulo 5
    Nuestra Cofradía, heredera de un modo de vivir en fraternidad
ACTIVIDADES DE LA UNIDAD 1