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Fotografía principal: Altar Mayor de la Parroquia, siguiendo el modelo de baldaquino creado por Bernini para la Basílica de San Pedro del Vaticano (fotografía de David Beneded). Fotografías secundarias: diferentes detalles del altar mayor de la Parroquia: querubín realizado por Miguel de Lamana que adorna el cubrimiento del baldaquino (fotografía de David Beneded); símbolo del "Agnus Dei" en la mesa del altar (fotografía de David Beneded); imagen de "Nuestra Señora del Rosario" que desde 2014 se encuentra ubicada en el presbiterio del altar (fotografía de David Beneded).

Toda la arquitectura del templo contribuye a realzar y poner de relieve al lugar más importante y fundamental del mismo: el Altar Mayor. Sobre él se realiza el Sacrificio de la Misa y las celebraciones litúrgicas. Junto a él, el retablo más bello, el retablo mayor dedicado a los titulares de la iglesia, San Felipe y Santiago el Menor y en donde también se sitúa el sagrario. Conozcamos ahora el altar-retablo mayor actual y aquellos de los que, documentalmente, se ha tenido constancia de su existencia a lo largo de la historia.

Y es que, hasta la realización en el siglo XVIII del actual retablo mayor, la Parroquia fue poseedora de otros retablos. Pese a no tener noticias del existente en los primeros siglos de la Parroquia, sí que se tiene constancia documental de aquellos que han presidieron el templo desde las importantes obras llevadas a cabo en 1501 hasta la actualidad.

El 16 de julio de 1525, los procuradores de la Parroquia de San Felipe contrataron con los escultores Juan Picart y Juan de Moreto la construcción del retablo mayor para la Parroquia, que fue terminado en el año 1526 recibiendo los artistas la cantidad de 8.300 sueldos jaqueses. Constaba de tres cuerpos; en el banco o parte inferior estaba el Sagrario, en cuyas paredes había imágenes de medio relieve representando a los apóstoles; a ambos lados del ara, cuatro grupos de escultura (dos pos lado) con escenas religiosas, separadas por delgadas columnas labradas. En la hornacina central estaban las estatuas de San Felipe y Santiago, de tamaño natural y divididas por ornamentados pilaretes, seis historias de la vida de los santos apóstoles. Encima de los titulares venía el tercer cuerpo del retablo y en él, la imagen del Ecce Homo, rodeada de ángeles que sostenían en sus manos atributos de la Pasión, y en la terminación de la obra, Nuestro Señor Crucificado acompañándole la Virgen y San Juan. Recibieron los artistas por esta obra 8.300 sueldos jaqueses [1].

Como sabemos, este retablo fue desmontado entre 1681 y 1685 al derribarse el templo para la construcción del nuevo. Una vez finalizada la fábrica del templo, se decidió construir un pabellón para el altar mayor, pero en previsión de que el trabajo duraría varios años, se optó por colocar temporalmente un retablo provisional que permanecería hasta que, terminada la guerra de sucesión pudo la Parroquia abordar la obra del altar mayor.

Este retablo de pintura sería encargado a Francisco Pallás, tal y como quedó reflejado en los archivos parroquiales donde consta el pago efectuado por la Junta Parroquial a fecha 8 de abril de 1692 por «el retablo que se a hecho de perspectiva para la Iglesia nueva el qual a le servir de altar mayor asta que se aga nuevo y esta concertado en paque luego 55 libras». Las características del mismo apuntarían, según la Belén Boloqui a «que se tratara de un lienzo de considerables proporciones, el cual, situado entre las capillas del Santo Cristo y Ecce Homo, simulara una serie de estructuras arquitectónicas mediante la utilización de la perspectiva». [2]

El 15 de agosto de 1721, el capítulo de la Iglesia de San Felipe de Zaragoza y en su nombre, D. Pedro Cebrián y D. Agustín Caballero contrataron al cantero Francisco de Urbieta y al escultor Miguel Lamana para que hiciesen la obra arquitectónica y escultórica del nuevo altar mayor parroquial por el precio de 520 libras para el primero y 420 para el segundo, debiendo estar concluida la obra el día de “Todos los Santos” de 1722.

Dicho retablo es de los llamados “bifronte”, muy utilizado en el barroco aragonés, es donde la capilla mayor es profunda y el retablo se adelanta como si fuera un baldaquino, siguiendo el modelo creado por Bernini para la Basílica de San Pedro del Vaticano, uniendo su existencia a la de un trascoro. La composición consta de un medallón-altar exento situado entre cuatro columnas salomónicas de mármol negro de Calatorao que enmarcan y sostienen el baldaquino.

El medallón original fue realizado por D. José de Ariza, Coronel del Archiduque don Carlos en la Guerra de Sucesión española en madera dorada y policromada de 2,50 metros de ancho y 4 m. de alto, con las imágenes titulares de San Felipe y Santiago el Menor talladas por Miguel de Lamana.

En 1752, es encargado a la más insigne de los escultores del barroco aragonés, José Ramírez de Arellano, feligrés de la Parroquia, la realización de una nueva medalla, trasladándose el anterior a otro lugar del templo y caracterizando a los apóstoles como Simón “el Zelotes” y Judas Tadeo. Las imágenes de San Felipe y Santiago el Menor, de una altura de 1,79 metros y portando sus característicos atributos martiriales (una cruz y una maza de batanero, respectivamente), son fiel reflejo de la concepción barroca del autor, «dándonos unos rostros de modelado cuidadísimo y detallista, los ropajes resueltos con criterio ordenador y simplista, planos acuchillados característicos de su técnica y una preocupación plástica presidida por el ritmo y la armonía» [3].

El conjunto se completa con las figuras de las virtudes teologales y dos de las virtudes cardinales realizadas por Miguel de Lamana y representadas por doncellas. En cada uno de los ángulos se sitúan frontalmente la Esperanza, que lleva en sus manos una columna, y la Caridad, representada como una matrona amamantando a un niño, mientras que en los ángulos que dan al coro se presentan la Templanza y la Justicia, representadas respectivamente junto a una jarra y una espada. Finalmente, corona el baldaquino la Fe, que lleva en sus manos una cruz y un cáliz (los pilares del cristianismo) así como los ojos vendados en alusión a las palabras de Jesús ante la incredulidad de Tomás (cf. Jn. 20, 29).

El sagrario y tabernáculo expositor fue renovado siguiendo el estilo barroco del baldaquino en la remodelación del templo realizada en 1928, siendo proyectado y ejecutado por los hermanos Albareda gracias a la donación de una de las descendientes del Condado de Argillo, doña Mercedes Bordiú, quien regaló a la Parroquia sus magníficas joyas en «Amor, Reparación y Adoración a Jesús Sacramentado» como reza la inscripción de la primorosa Custodia que también pudo ser labrada con la misma donación [4].

La mesa del Altar, de modernista y novísima adquisición (incluida en la reforma integral del mobiliario llevada a cabo en este 2008 junto al ambón, los bancos y las lámparas de iluminación) se representa el “Agnus Dei”, la figura del Cordero Místico con nimbo crucífero y sosteniendo el estandarte de la Resurrección, junto a las palabras latinas «beati qvi ad cenam nuptiarum agni vocati svnt» ("bienaventurados los llamados a la cena de las bodas del Cordero") extraídas del Apocalipsis de San Juan (cf. Ap. 19, 9).

Desde finales del año 2014, se sitúa en el presbiterio la imagen de “Nuestra Señora del Rosario”, trasladada del altar que ahora preside “San Homóbono”. Una bella imagen de la Virgen bajo esta advocación e iconografía, especialmente extendida durante el gótico, y que representa a la Madre de Dios coronada llevando en su brazo izquierdo al Niño que, a su vez, lleva en su mano la esfera que lo identifica como el Salvador del Mundo, y en la derecha el Santo Rosario.

En los muros laterales del presbiterio cuelgan varias de las obras pictóricas que, a lo largo del tiempo, han pasado por diferentes lugares ya no sólo de este mismo templo sino por otros, ya que algunas de ellas procedían de la antigua Iglesia de la Santa Cruz. Así, junto a los grandes óleos de “San Cristóbal” y el de la “Resurrección”, que ya aparecían en los inventarios de la Parroquia del año 1796 y que tiempo atrás se hallaban colocados en el atrio, se encuentran los dos cuadros (llamémosles “gemelos”) que agrupan a diferentes santos y obispos y que responden a criterios definidos habitualmente en la pintura barroca aragonesa.

Las obras son sendos óleos sobre lienzo con unas medidas de 110 x 163 cm. en el que se presentan en cada uno cuatro personajes de cuerpo entero divididos en parejas por una columna salomónica cubierta de pámpanos y racimos de uva en el fuste [5]. Los santos representados, que aparecen prácticamente juntos unos a otros pero sin existir ningún tipo de comunicación entre ellos, corresponden a “San Babil, San Agustín, Santo Tomás y San Valero” y “San Ambrosio, San Gregorio, San Blas y San Martín” y, a pesar de que no encontrarse en el más óptimo estado de conservación, «se puede apreciar su interesante calidad, especialmente en las vestimentas y rostros de las figuras, a las que se ha querido dotar de una individualidad personal de rasgos».

Como se señalaba, estos dos cuadros fueron trasladados de la Iglesia de la Santa Cruz junto a una serie de retratos de algunos de los más ilustres eclesiásticos zaragozanos que, en diferentes épocas fueron esclarecidos (rectores y beneficiados) del Capítulo de la citada Parroquial. Dispersados éstos por diversas dependencias parroquiales de San Felipe (principalmente en la Sacristía y en la Sala Capitular) esta colección está compuesta por cinco retratos de ¾ pintados al óleo, con unas dimensiones de 100 x 74 cm, fechados aproximadamente en la segunda mitad del siglo XVIII, ejecutados por pintores locales como Pedro Urzanqui y que, en general, están catalogadas como «escaso mérito artístico aunque ofrecen detalles interesantes, especialmente en el rostro de los personajes retratados» [6]. Los personajes retratados, son los siguientes, adjuntando la inscripción inserta en los mismos:

«El Ilmo. Sr. Dn. Juan, Franco. Guillén, Rector de Sta. Cruz, Vicario de la Asseo, Arcediano de Aliaga, Charedco. de Fhilosofia, de Sto. Thomas, de Vísperas, de Primera, de Theología, en la Univ.d de Zarag.a Obpo, de Canar.s y Arzobispo de Burgos. Murió en 15 de Sept.e del Año de 1745».

«El Ilmo. Y Rmo. Sr. Dn. Pedro Apaolaza, Benef.do de esta Parroq.l Ygl.a de S.ta Cruz en el Año de 1611. Abad, de Sn. Vitorian, obispo de Barbastro, Albarrazin, Theruel, y Meritissimo Arzobispo de Zaragoza».

«El Ilmo. Y Reb.mo Sr. Dn. Jayme Monrreal, Beneficiado de esta Parroq.l Yglesia, de Santa Cruz, en el Año de 1.555 dignissimo, Obispo de Huesca».

«El Muy Ill.tre Sr. Dn. Martín Carrillo, Benef.do de esta Parroq.l Ygl.a de S.ta Cruz, en el Año 1.587 fue Abad, de la R.l Casa de Montearagón Celeb.mo Hist.l como lo Publ.n sus An.s y diber.s Lib.s que Comp.so».

«El Illmo. Y Reb.mo Sr. Dn. Pedro Anton, Beneficiado, de esta Yglessia de Santa Cruz, en el Año de 1.604 y dign.mo Obispo, de Lérida».

El sexto y último retrato, corresponde al «Yll.mo S.or D.n Antonio Jorge Galbán, Colegial en el Ynsigne de Aragón de Alcalá de Henares, D.r en Sagra.a Theología en aquella Univers.d, Deán de la S.ta Yglesia Metropolit.a de Zarag.a, Obispo de Zamora y Arzobispo de Granada. Fue B.do d. esta Ygle. Año de 1.786. Nazio en Zaragoza en 26 de Abril de 1.717». Pintado de cuerpo entero en un óleo sobre lienzo de 219 x 150 cm. (lo que le permite ser el de mayores proporciones de toda la serie), está datado en 1786 y su autoría se atribuye al pintor de origen flamenco Juan Andrés Merklein [7] quien ya había trabajado para la Iglesia de Santa Cruz al realizar el lienzo de “San Victorián Abad”.

Junto al altar, se sitúa el histórico lugar en donde se encuentra enterrada Dª María Consolación de Azlor y Villavicencio, la Condesa de Bureta. Una lápida ensamblada en 1908 en la columna más cercana al altar de la nave del Evangelio recuerda a esta heroína que desarrolló una amplia labor caritativa, moral y patriótica que, incluso, tuvo que llegar a las armas para defender la ciudad de Zaragoza durante los dos Sitios. Este es el texto que puede leerse en la placa:

«D.O.M. / A la Ilma. Sra. / Dª MARÍA CONSOLACIÓN DE AZLOR Y VILLAVICENCIO / Condesa de Bureta / Heroína insigne de la Caridad / Defensora de Zaragoza en los asedios / memorables de 1808 y 1809. / Murió en Zaragoza el 2 de Diciembre de 1814. / Fue en este sagrado templo sepultada. / Los Condes de Bureta / D. ANTONIO DE FRANCIA / LOPEZ DE HEREDIA / Y Dª MARÍA JOSEFA DE ENA / VALENZUELA. / O y D en honor de su egregia antecesora / MCMIX / D.E.P».

El Altar queda exento en el presbiterio dando paso, por dos puertas laterales, doradas y con relieves de temas Eucarísticos, al trasaltar en donde se ubica el coro. La sillería del mismo, tallada en madera de ciprés, es obra de juventud de Ramírez de Arellano, tal vez la primera obra que realiza en solitario, en 1740. Únicamente tiene una fila de asientos, en lugar de la tradicional disposición de hileras altas y bajas, con altos respaldos y cuyo motivo ornamental se repite, constituyendo un solo modelo a manera de blasón floreado. Los asientos están separados en su parte baja por artísticos salientes y molduras construidas con criterio barroquizante que se coronan con el simulacro de un jarroncito con flores.

El coro se completa con un sencillo facistol en el centro y con el lienzo, ubicado a la espalda del retablo mayor, de la “Decapitación del Bautista” obra de José Luzán Martínez en 1752 costeada por los grandes benefactores de la Parroquia durante la segunda mitad del siglo XVIII, Juan Rodrigo y Esperanza Pérez, y que sufrió graves desperfectos durante la Guerra de la Independencia.

También destaca por su monumentalidad el órgano construido a finales del siglo XVII inicialmente por José Sesma y, tras su muerte en 1699, por su hijo Francisco. Lamentablemente, su penoso estado de conservación no permite la continuidad de la gran tradición “organista” de la Parroquia iniciada al menos desde antes de 1523 en el antiguo templo, puesto que en tal fecha se tiene constancia de una reparación llevada a cabo por Ximeno Martínez así como la construcción de otro órgano por Gaudioso de Lupe, según dejó anotado el primiciero de la Parroquia, Sebastián de Ambrosillo al pagar 250 libras, de las que 150 se entregaron al organero, y el resto por las obras que se hicieron con tal motivo [8].

Notas de Referencia:

[1] Abinzana y Brota, Manuel: “Documentos para la historia y literaria de Aragón procedentes del archivo de protocolos de Zaragoza. Siglo XVI, Volumen 2”. “La Editorial”, 1917. Página 279.

[2] Boloqui Larraya, Mª. Belén: “En torno al baldaquino de la iglesia de San Felipe y Santiago de Zaragoza, 1721-1752”. “Seminario de Arte Aragonés”, nº. 29-30, 1979, págs. 141-167.

[3] Morales y Marín, José Luís: “Escultura Aragonesa del siglo XVIII” (Editorial Librería General, Zaragoza, 1977; pág. 50).

[4] Sala-Valdés, Mario de la: "Estudios históricos y artísticos de Zaragoza". Publicaciones de la Real Academia Aragonesa de Bellas Artes de San Luis, Zaragoza, 1933. Pág. 92.

[5] Lozano López, Juan Carlos: “Contexto histórico-artístico: Aragón y su pintura en el siglo XVII” en su tesis doctoral “El pintor Vicente Berdusán (1632-1697) y Aragón: Catálogo razonado, clientela y fuentes gráficas, literarias y devocionales de su pintura”. Universidad de Zaragoza, 2004.

[6] Martínez Verón, Jesús y Rivas Gimeno, José Luis: "Arquitectura y pintura en la Iglesia Parroquial de San Felipe y Santiago el Menor", en Boletín del Museo e Instituto Camón Aznar XIX. Zaragoza, 1985.

[7] Ansón Navarro, Arturo y Boloqui Larraya, Mª Belén: “Zaragoza Barroca”. En “Guía Histórico-Artística de Zaragoza” / coord.. por Guillermo Fatás Cabeza. Zaragoza, 2008. Pag. 240.

[8] Calahorra Martínez, Pedro: “Historia de la Música en Aragón (siglos I-XVII)”. Colección Aragón de la Librería General de Zaragoza, 1977. Páginas 120, 136, 162 y 149.

 
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Fotografía principal: Altar Mayor de la Parroquia, siguiendo el modelo de baldaquino creado por Bernini para la Basílica de San Pedro del Vaticano (fotografía de David Beneded). Fotografías secundarias: diferentes detalles del altar mayor de la Parroquia: querubín realizado por Miguel de Lamana que adorna el cubrimiento del baldaquino (fotografía de David Beneded); símbolo del "Agnus Dei" en la mesa del altar (fotografía de David Beneded); imagen de "Nuestra Señora del Rosario" que desde 2014 se encuentra ubicada en el presbiterio del altar (fotografía de David Beneded).